No se trata de promover la lectura en general, pretendiendo salvar al mundo de la ignorancia, sino de llevar ejemplares de un libro a determinados lectores. El propósito es diverso, te lo resumo así: poner mis ideas en la mente de las personas. O vender muchos libros nomás porque se me da la gana.
Primero, garantiza la producción de la obra: que esté disponible en stock o listo el sistema para imprimir pedidos o en opción de impreso bajo demanda (PDO, por sus siglas en inglés) o e-book.
Luego haz una campaña, básica o compleja, pero hazla. No es sencillo tenerlo claro, pero toma en cuenta los elementos de una campaña: producto, objetivos, público, delimitación, mensaje, medios, presupuesto, medición. Quizás pienses que enloquecí, pero no. Sigamos:
La promoción editorial debe terminar en lectura, con el paso indispensable de la compra del producto por parte del cliente. Dile al mundo que tu libro existe, ponlo a su disposición, pero aún convéncelo, véndeselo, cóbraselo, entrégaselo, dedícaselo, luego haz cuentas y vuelve a casa con algo de ganancia para pagar las cuentas.
Cada campaña debe tener un enfoque, poniendo claro lo que buscas además de la venta, aspectos como colocación de una marca en cierto entorno, alguna huella digital específica, presentación de ti como autor ante una sociedad, como recordatorio o para anunciar una colección… piénsale.
Ya entrados en el trabajo, la promoción implica acciones concretas a elegir. No siempre se puede hacer todo, pero hay que intentar lo que más se pueda, administrando bien nuestros recursos. Te platicaré algunos ejemplos de cómo he promovido mi obra, quizás con eso dejes de pensar en escribir y te dediques a otra cosa, no sé.
Hace años comencé con presentaciones y lecturas, donde vendía mis libros. Quería que el público tuviera una buena experiencia, más allá de ofrecerme un merecido aplauso y darme un poco de su dinero, porque así volverían por más, incluso invitarían a otros. Da gracia, pero es así. Anótalo en tu libreta, niño.
Hay que ir a los medios de comunicación: diarios, radio, revistas, agencias, TV y otros. Ahora son los medios digitales los que dan la batalla y generan mayor visibilidad de lo que hacemos los artistas. Con los medios nunca te pelees: no hacemos lo mismo, pero podemos ser aliados.
¿Cómo llegar a un medio de comunicación? Tan fácil como ir y tocar la puerta. Sí. Escribe un boletín, llévalo en persona o buscas un e-mail o manda un whatsapp o algo: comparte la información y alguien que la lea quizás decida publicarla. Los medios no son filantropía, no seas ingenuo, haz que tu onda sea atractiva para que les interese. O sea, quizás tú no le interesas a nadie, pero tu obra puede ser que sí, preséntala de una forma linda y honesta.
Los medios pueden publicar notas, reseñas, comentarios, invitaciones, eventos, fragmentos, entrevistas, apostillas, opiniones, anuncios y otras evidencias relacionadas con tu mensaje (libro), lo que definitivamente te ayuda. No seas malagradecido y sé recíproco en la medida de lo posible con ellos.
Y hay que continuar con las presentaciones, presenciales o virtuales, donde hables del libro, un poco de tus manías y planes, pero no mucho, no aburras a la gente, porque se irán a comprarle libros a autores más prudentes. Aprende a hablar en público, no pongas pretextos, es parte de tu oficio.
Igual hay que participar en diferentes procesos de venta, no seas princeso: ve a las ferias, anda a las escuelas, promueve en redes sociales de forma asertiva, dile a quien quiera escucharlo que tienes un libro, que no te has estado haciendo menso redactando página tras página, en medio de tu depresión y tu soledad, entre carencias y vacíos, dolores y egolatría. Tú vales, rey, valórate. Y sal a vender, nadie va a tocar a tu puerta para comprarte libros y si un día eso ocurre será por la pasión y el esfuerzo que le imprimas a este bendito y loco oficio de sublimar la realidad por medio del lenguaje.
El verdadero reto es hacerlo de forma constante, en la realidad y en las redes sociodigitales, en tu ciudad y otras, en este tiempo y en el futuro. Siempre. Ya, pues. Gracias.
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