El sentido común es aquello de lo que no se duda. Lo que avala cualquier persona: chico, grande, maestra, padre, vendedor, ladrona, etcétera. Es sabiduría popular, práctica, eficiente, clara, sin líos ni dudas. Es una forma asertiva de actuar, sin tantas complicaciones. Es el sentido directo de las cosas, la evolución natural de las acciones, la consecuencia de nuestras decisiones. Vivir con sentido común da equilibrio y tranquilidad.
Este sentido se expresa en palabras, como en los dichos populares, donde podemos coincidir todos. Digamos “Lo que es parejo no es chipotudo”, porque hasta gracia tenemos para expresarlo. Otro: “El que huye del gasto, huye del beneficio”. Clarísimo. Más: “La mitad de la vida es no ser tarugo”. ¿Alguna duda? Además, tiene humor, chispa: “Cuando comas o chupes, de nada te ocupes”. Sí, pues.
De mi abuela Mercedes, dicharachera como ella sola, escuché muchas frases, algunas que apenas voy comprendiendo. Ella decía ser ignorante, porque no fue instruida; discrepo, tenía su sabiduría, que no era suya, era más bien la del pueblo, lo común, asequible, inmediato. “La gente nomás habla porque tiene boca”, decía. También: “Un peso, un perro y un libro, hacen el completo amigo”; y “Hay gente que no debería ser padre/madre”. ¿Cómo ves?
Llegar al sentido común no es sencillo, es igual que seguir nuestra intuición, esa que te dice que no hagas algo o que vayas en alguna dirección, pero que no siempre escuchas. Digamos que conoces a una persona, aparecen las banderas rojas, pero igual le dices que sí y te avientas al vacío como Juan Escutia. Tache. Obviamente, te va de la patada, te roba, traiciona, manipula y vas a dar con tus huesitos maltrechos de nuevo a terapia. No aprendes la lección, no sigues tu intuición, no cambias.
El sentido común nos dice “No lo hagas”, pero somos tercos. Hay quien dice “Donde no es, ahí quiero” (la razón diría: “Donde tengas paz, ahí es, solo ahí”). Y luego vuelve el sentido común para decirte al oído: “Ándele, eso le pasa por pendejo, a ver si para la otra aprende”. Pero no aprendes la lección, vuelves a regarla, ¿verdad? Y así hasta los 43 años. Ja.
El sentido común tiene mucho de racional, de lógica, hasta de silogismo: “Si algo puede salir val, va a salir mal” (Ley de Murphy). Más: “Si hacer las cosas de un modo no sirve, repetir dicha técnica te llevará irremediablemente al fracaso”. Como cuando cuentas tus planes, dice la gente que no hay que hacerlo: mejor callarse, hasta que lo consigas. Otro: “Ese amigo me robó dinero, si lo invito a mi casa, me robará de nuevo”, ¿debería invitarlo?
El sentido común puede aplicarse a todo: familia, trabajo, crianza, salud, sexualidad, compras, incluso al arte: mucho de lo que escribo tiene que ver con ello, en especial cuando escribo de los demás. Bastante de mi literatura proviene de lo que observo en la calle, tianguis, mercados, escuelas, donde está la gente.
Parece chiste, pero el Derecho está basado, en gran parte, en el sentido común. Pensadores universales resumen esto de lo que hablo: “La inteligencia y el sentido común se abren paso con pocos artificios” (Goethe); “El sentido común es el instinto de la verdad” (Max Jacobs); “Sentido común: algo así como salud contagiosa” (Alberto Moravia).
Hacerle caso al sentido común es un acto de inteligencia y amor propio. Actuar sin él confunde, complica y vuelve a las personas dificultosas. Lo contrario al sentido común es la estulticia, la sinrazón. He vivido en ambos bandos, lo sé; espero poder quedarme más del lado bueno de aquí en adelante.
Hacerle caso al sentido común nos ayuda a alcanzar el estado de certeza, tan necesario para evolucionar como personas. Te regalo dos frases mías de sentido común, que aprendí hace poco: “No te metas con quien no tenga metas”, “No seas amigo de quien no sea leal contigo”. Arre.
Mañana sábado presentaré mi novela No hay color, en Café Moriath, en el centro de Cuernavaca (Abasolo esquina Juárez) a las 5 pm. Me acompañan en los comentarios Gerardo Horacio Porcayo y Lizbeth Vargas. Los esperamos. Tendré varios de mis libros a la venta.
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