Desde que estaba en la primaria empezó a trabajar, porque a los seis años quedó huérfano de padre.
Al quedar huérfano de padre y por ser el mayor de seis hermanos, Gustavo, se vio en la necesidad de buscar trabajo para ayudar a su mamá con los gastos de la casa.
De su papá, recordó que conducía una unidad del transporte público, pero cuando regresaba a su casa fue asesinado durante un asalto.
Aunque Gustavo tenía apenas seis años de edad cuando su padre perdió la vida, dijo que lo recuerda mucho, pues durante las vacaciones y en fines de semana lo acompañaba a su trabajo para aprender sobre este oficio, al que se dedica actualmente.
“Siempre me ha gustado ser chofer, es lo que me enseñó mi papá. Él me decía que estudiara, pero cuando lo mataron tuve que empezar a trabajar. Empecé como lavador de carros cuando estaba en la primaria. A veces iba un día a la escuela o salía a media clase para ir a trabajar, porque necesitábamos el dinero”.
Pese a que no tuvo la oportunidad de estudiar, refirió que su sueño era ser médico. Sin embargo, al cumplir la mayoría de edad tramitó su licencia de conducir y empezó a trabajar como operador del transporte público.
“Recuerdo que mi papá pasaba poco tiempo en la casa porque trabajaba casi todo el día y aunque a veces me decía que ser chofer es cansado, me gustó el volante porque se obtienen mejores ingresos”.
Si bien ahora tiene recursos para poder pagar sus estudios, afirmó que no ha pensado estudiar porque su prioridad es que sus hijos tengan una profesión y no vean el volante como una opción de trabajo.
“Tengo cuatro hijos, el mayor está en la secundaria y a veces me dice que quiere empezar a trabajar, pero le digo que esto es muy pesado, mejor que le eche ganas a la escuela porque aquí no hay prestaciones ni seguro social”.