Ya he comentado antes que mi vida personal y la profesional se tocan y que en muchos sentidos son exactamente lo mismo; por eso, lo que aprendo en un ámbito lo aplico en el otro. Esta vez hablaré, silvestre, de algunos aprendizajes de 2024. Son muy míos, pero sé que en alguna medida te podrán servir para reflexionar en este fin de año.
Es importante que yo ya no capacite a empleados o colaboradores o subalternos de las personas, empresas o instituciones con las que trabajo; eran mi tiempo y mis conocimientos los que compartía, pero, como lo hacía gratis, quienes recibían mi capacitación no la valoraban, además de que, como humanos que son, resultaron malagradecidos, cuando no maldicientes de mí, así que ya no lo haré más: si saben trabajar qué bueno; si no, pues peor para ellos.
Si mi trabajo está bien hecho y ocurre algún error con quienes trabajo, ellos deberán asumir la pérdida y de ninguna forma tendré que pagar yo por ello; esto incluye productos, dinero, tiempo y esfuerzo.
Cuando dos personas con las que trabajo a la vez tienen un problema entre ellos y comienza un lío cercano a mí, debo revisar el caso y escuche las dos historias, de viva voz, porque así descubriré —por sus propias palabras— quién miente o es lioso; lo mejor es que al saberlo lo elimine de mi ecosistema, por mi bien.
Es importante no confiar en quien dice saber mucho y tener muchísima experiencia en algo, porque alabanza en boca propia es vituperio; con personas así lo mejor es ir con tiento y no creer lo que dicen, sino comprobarlo; lo óptimo es alejarme y dejarlas con sus fantasías.
Suena feo, pero ya no recomiendo a nadie; quien trabaja bien se recomienda solo.
Por más que yo crea que sé bastante de un tema, siempre habrá oportunidad de seguir aprendiendo; el conocimiento no se adquiere solo con títulos académicos, sino con la humildad y la libertad de volver a aprender o añadir detalles a lo aprendido.
Es importante no aferrarme a ideas de mí mismo que resulten limitantes; por necio he creído que lo que hago está bien, aunque no sea así; conviene tomar perspectiva y evaluar si lo que hago es una necedad o qué está fallando.
He comprendido que muchas veces no es necesario mejorar lo que hago sino hacerlo diferente; porque insistir en algo que tiene límites evidentes no me permitirá avanzar, mientras que al iniciar algo nuevo me pondré metas más lejanas.
Subir la calidad de mi trabajo es una buena idea, ponerlo en práctica es de lo más reconfortante, atendiendo los detalles y exigiéndome lo mejor de mí; los resultados, entonces, son y serán más positivos para todos.
Sí es posible vender más y mejores productos y servicios y obtener una ganancia mayor por ello; es importante decir no a lo barato, a lo barroco y a lo oscuro; es un enfoque indispensable para dejar vicios de trabajo detrás y comenzar nuevas acciones.
Es importante descansar y relajarme, salir a entretenerme y hacer ejercicio, porque si no el cuerpo sufrirá las consecuencias y me dejará tirado por varios días.
Cada vez es más determinante la atención al público de forma digna, elegante, propia y proba, porque en un mercado tan cambiante y con tantas ofertas resulta un diferenciador indiscutible; además, hay que respetar el honor de las personas y de las instituciones.
A su vez, ya no debo trabajar con personas que no saben tratar bien a sus clientes o que se toman confianzas o que hablan con un lenguaje soez o que tratan de jugar chueco.
Es necesario también revisar en los clientes y colegas a aquellos que les gusta trabajar sucio y alejarme de ellos, porque siempre tendrán un negocio en mente, pero con el tiempo quedarán claras sus malas prácticas.
Las fronteras de mi oficio están mucho más allá de lo que viví en el pasado, incluso en el presente; para ello conviene mirar a trabajadores exitosos y juntarme con personas exitosas, creativas, diferentes, especiales, de quienes aprenda y a quienes les aporte algo de mí.
Fue un año duro, que dejó heridas y enseñanzas. ¿Cuáles fueron tus aprendizajes en 2024?
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