Paradójico título de la novela de la mexicana Laura Baeza, que tomaré como pretexto para seguir hablando (como mi entrega anterior) del escritor como detective, con un caso tan mexicano que espanta por su realismo. Baeza toma la pluma para denunciar no la violencia del país, sino algunas de las violencias, del amplio catálogo nacional, que a muchos nos tiene hartos pero que cada día nos sigue sorprendiendo.
Dos ejes llevan la historia: esquizofrenia y feminicidio. El primero es un manotazo en la mesa, las enfermedades mentales son un tema tabú, que casi todos quieren ocultar; por lo tanto, seguimos siendo un pueblo enfermo, que acusa apenas con risas y llanto las consecuencias de su indiferencia y de su vergüenza. Bien por eso.
Respecto del feminicidio, la autora no habla de magnicidio ni de lo abstracto del tema, sino de lo cotidiano, como lo vivimos —por horror— cada jornada en este valle de lágrimas y frustración. Creo que ni siquiera menciona el término, sino que expone una de las variables más perversas: feminicidio colectivo precedido de explotación sexual y seguido de desaparición forzosa y ocultamiento de cadáveres.
En México hemos llegado a grados de sevicia difíciles de imaginar. Pocos competidores tenemos en el mundo; acaso algunos radicales de medio oriente, fuera de eso somos la vanguardia en crueldad innecesaria. Temíamos ser Colombia, pero el tiempo dictó sentencia: nadie quiere ser México.
Me agrada que Baeza entremezcla en la historia sus obsesiones. Se lee tan libre, que cambia de tema o se detiene en detalles o en anécdotas al parecer innecesarias, pero que, como están bien contadas, enriquecen su novela, sin sentir que la inflan de más. Larga vida a los escritores obsesivos.
Hay giros narrativos interesantes, pero sobre todo contrastes: la dicotomía entre la provincia —lejanía y pequeñez— y la capital del país —racimo de oportunidades—; el abandono del padre, contrapuesto con el extremo cuidado de la protagonista por su hermana; el deseo de soricidio y la culpa por el descuido. Igual serán obsesiones de la autora, ricas en posibilidades.
El planteamiento es sencillo: Esther quiere saber lo que pasó con su hermana. Es una historia familiar —repetida nostalgia—, una indagación en el pasado, un cuento de nunca acabar, que Baeza convierte en un caso detectivesco, cuando le ofrece a Esther una primera pista, que le da a esta un atisbo de esperanza, con lo que inicia la investigación.
Esther vive en España y desde allá activa la búsqueda en México, por medio de otros personajes —rotos, exiliados, solidarios, obsesivos—, con los que hará equipo, como la mejor de las agencias de detectives internacionales.
Al inicio parece imposible resolver el misterio y que todo terminará en un inverosímil —cuando no fantasioso— final, pero, nada es así. La autora se vale de sus estrategias literarias, sicológicas, sociales, periodísticas, etcétera y hace avanzar el caso con el suficiente misterio para no abandonar la lectura y resolverlo con gracia, dicho esto de la mejor forma.
En su obra, Baeza trasciende la enfermedad y la muerte, llevando el asunto hacia extraños rincones del Estado de México —un país en sí mismo—, donde existen las condiciones para que la historia dé los giros necesarios y termine donde ella desea. Además, le añade otra metáfora: ahí todo es nebuloso, confuso, ergo, posible.
Esther, la detective al mando, resuelve el caso sin dejar una sola duda. Al estilo de George Simenon, Baeza termina la historia, pero sin dejar a todos satisfechos. Entiendo esto como un jicarazo de realidad: sí, el caso se soluciona, la protagonista comprende lo que pasó y su corazón queda en calma, pero eso no anula el dolor, la muerte y hasta lo desvalido en la historia.
Baeza, en un cierre elíptico, se permite la ternura, al añadir a un personaje-esperanza, con el que consuela al lector, pero sin exagerar, porque toda vida es la posibilidad de dolor y muerte, y en México además de explotación y martirio.
Escribir de la muerte, exhibirla, desde este país es necesario, para reflexionar y dejar testimonio de una época tan horrorosa. Es el arte fomentando el pensamiento crítico, la inteligente denuncia, al servicio de la vida. Gracias.
Laura Baeza, Niebla ardiente, México, Alfaguara, 2021, 222 pp., $269
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