Ninguno de los negocios de la avenida Emiliano Zapata cerró. Sobre Matamoros hubo uno que no abrió y en el primer cuadro se reportaron tres que habían cerrado porque “por redes sociales alertaron que habría actos violentos”, afirmó un comerciante establecido.
Una persona que trabaja en seguridad en un edificio del gobierno había dicho un día antes de la marcha:
“Sí, nos preocupa. Apenas hace unas semanas agarramos a unos chavos drogados que destrozaron las cámaras. Dijeron que se iban a meter a las oficinas de gobierno y los iban a chingar. Nosotros no confiamos en que diez antimotines o policías armados van a poder contener a la gente si viene para jodernos. Ustedes los periodistas nos conocen, nosotros sólo metemos las manos para cubrirnos, trabajamos para resguardar el orden, proteger los edificios, a la gente de las oficinas, desde el empleado hasta los directores. Nosotros obedecemos órdenes, no podemos atacar, nos defendemos, nos tenemos que defender. Sabemos que los reclamos son contra los jefes, pero ellos no están aquí y traen mucha vigilancia, no sé por qué desquitan su coraje con nosotros”.
Al ritmo que marcaban los sones de la banda de Tlayacapan, la marcha parecida a una serpiente emplumada fue llegando al corazón de la ciudad y ahí hubo un mitin donde se desconoció a los poderes del estado y se anunció un plantón de dos días para que autoridades federales dialogaran con los líderes del FAM para restablecer la paz en Morelos.
Integrantes del FAM tomaron de manera simbólica las sedes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La protesta terminó después pasadas las 13 horas “sin incidentes”, aseguró Huber Abarca, director de la Policía Vial.