Eso me hizo recordar cómo nació Andanzas en Femenino. Este espacio de reflexión surgió del deseo de compartir anécdotas de una vida viajera, pero, sobre todo, de las ganas de inspirar a otras mujeres a ser libres y abrir sus alas.
Viajar y ser trotamundos no es planear unas vacaciones anuales cada verano. Es un estilo de vida y muchas veces, se cree que es exclusivo para hombres que van por ahí buscando aventuras o el sentido de la vida.
Sin embargo, pensar que el privilegio de recorrer el mundo con libertad y en condiciones seguras es exclusivo de los varones es un pensamiento que debemos romper. ¿Cómo? Primero rompiendo nuestra barrera más importante: el miedo de dar el primer paso.
Y aquí aparece el segundo día que me inspiró: ayer 10 de octubre, se celebró el Día Mundial de las Aves Migratorias. ¿Hay algo más inspirador que un ave que surca los cielos para pasar inviernos más cálidos y luego volver a levantar el vuelo para seguir viajando?
Las aves me inspiran no solo en el sentido figurado, también lo hicieron de manera literal pues mis primeros viajes en la vida adulta, ya hace más de 15 años, fueron para recorrer México en busca de animales para una serie documental que andábamos filmando. Las aves fueron fundamentales porque en realidad México es uno de los destinos favoritos de muchas especies para su migración.
En el año hay dos periodos migratorios, primavera y otoño. La migración de otoño ocurre entre septiembre y noviembre, periodo en que las aves de Norteamérica se desplazan hacia el sur del continente. Como dije antes, estas lo hacen para pasar un invierno más calientito.
Por acá pasan entre seis y ocho meses y luego la parvada emprende el viaje de regreso, entre marzo y mayo, para volver a sus lugares de reproducción, ubicados en la región de Norteamérica.
Algunas de estas aves migratorias son zopilotes, gavilanes, garzas y playeritos, colibríes, mosqueros, chipes y reinitas, quienes han realizado un viaje de miles de kilómetros durante millones de años. Cerca del 60% son especies pequeñas que habitan en los ecosistemas terrestres y sobre todo hábitats de bosque.
De acuerdo con Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, los chipes coronados, los reyezuelos, y los chipes amarillos, entre otras aves, pueden venir desde lugares lejanos como Alaska o la Patagonia. Algunas se quedan aquí y otras siguen su ruta hasta Centro y Sudamérica.
Por ejemplo, el chipe coronado se reproduce desde Alaska y Canadá, y pasa el invierno principalmente en México y Centroamérica. De diciembre a febrero es común verlo en la CDMX, sí con todo y sus cielos contaminados.
La tángara capucha roja se reproduce en el Occidente de Norteamérica. Y en los estados del norte del país se le puede ver de paso entre septiembre y noviembre. Mientras que en invierno se ubica en el centro y sureste de México.
El chipe gorra negra migra por la ruta del Atlántico y por ello puede ser vista en el norte de Yucatán.
¿Por qué hay un Día Internacional de las Aves Migratorias? Bueno, pues fue establecido a partir de 2006 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente como una campaña de sensibilización y concientización.
Así, en lugar de ir por la vida cazando aves, o comprándolas a traficantes para matarlas de tristeza encerradas en jaulas, se comenzó a promover una cultura de ir a verlas en su hábitat natural. La observación de aves es, actualmente, una de las experiencias de turismo sustentable más apreciadas por los viajeros responsables.
¿A dónde puede uno viajar para ver aves migratorias? Bueno pues el sureste mexicano es una gran opción, pero también las zonas lacustres, incluida la de CDMX, es decir, Xochimilco, un área natural protegida de humedales a la que llegan sobre todo diversas especies de garzas y pelícanos. Así que defendamos estas áreas, cuidemos los bosques, humedales y selvas, para que las aves, igual que nosotras, sigan abriendo sus alas para volar.