Resulta que tras años de viajera me di cuenta de que no era algo común encontrar mujeres que tuvieran experiencias de múltiples viajes sin ningún tipo de acompañante. Parecía que el trotamundos, el aventurero, siempre era eso: un estereotipo masculino.
En aquel momento, este espacio nació para compartir mi propia experiencia como viajera, pero también para reflexionar por qué nos frenábamos cuando queríamos viajar solas. La respuesta es dura, pero simple: tenemos miedo.
Durante 2020 se asesinaron a 3 mil 752 mujeres, es decir 10.2 al día en México. Según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hay además 18 mil desaparecidas. ¿Cómo no tener miedo de tomar una mochila e irnos a recorrer este hermoso país si nadie puede garantizar que volveremos a casa con vida?
Mañana es 8 de marzo, y se cumple un año de la mayor concentración de mujeres en la historia de México y fue para protestar contra la violencia de género, esa que nos corta las alas, esa que vivimos a diario, esa de la que ninguna nos hemos salvado. Mañana las mujeres volveremos a tomar las calles -y el universo digital- para hablar de lo que no quieren que hablemos: de que nuestro miedo se convirtió en rabia.
La violencia de género es un problema que urge reflexión, urge discusión y urge acción. Es indispensable tratar ya el tema a profundidad, y por ello Vanessa Job y el equipo de Copal Producciones se dieron a la tarea de dedicar el 2020, el peor año en la historia reciente de la humanidad, a en medio de una pandemia que paralizó al mundo, encontrar aquellas historias que nos harían conectar con este importante tema que no solo no se detuvo con el confinamiento, sino que se incrementó gravemente.
Ayer se estrenó en el canal 14, del Sistema Público de Radiodifusión (SPR) del Estado Mexicano, el primer capítulo de la serie “La culpa no es mía”, dirigida por la periodista de investigación Vanessa Job, donde se parte de un punto del que poco se habla: los micromachismos.
Se trata de esas construcciones culturales que hemos naturalizado tanto que casi son invisibles. Esos mismos supuestos del ‘deber ser’ que construyeron los roles de género y que nos han hecho pensar que hay cosas que las mujeres no debemos hacer: estudiar x o y carrera, salir vestidas de determinada manera, estar en una fiesta o un bar hasta determinada hora, disfrutar de nuestra sexualidad con quien decidamos, tener las amistades que queramos, crecer profesionalmente y claro, viajar solas.
Por generaciones nos han dicho que esas no son cosas para “damas” o para “niñas bien” y, en consecuencia, la sociedad ha estigmatizado a quienes decidimos romper esos prejuicios para ser nosotras mismas.
¿Cómo eso nos puede poner en peligro, al grado de estar en permanente peligro de muerte? Porque los micromachismos son la base de una construcción cultural y social que justifica el castigo para quienes rompemos lo establecido, ese famoso ‘deber ser’. Porque se ha normalizado que nos minimicen solo por ser mujeres, que nos aborden, que nos acosen, que nos agredan, que nos traten como objetos y no como sujetos de derecho.
Una sociedad que acepta como normal que un hombre pueda irse solo a recorrer el mundo, pero una mujer no, o que una familia deba invertir más en la educación de los varones que en la de las mujeres, o que un esposo puede celar a su esposa y tratarla como algo de su propiedad, o que puede golpearla, insultarla y humillarla porque eso es algo “de ellos”, es una sociedad que se ha vuelto cómplice de una realidad feminicida.
Tras ver el primer capítulo de “La culpa no es mía” entendí más que nunca la urgente necesidad de que la violencia de género se aborde desde todos los ángulos. Porque si bien los feminicidios y las desapariciones nos indignan, no podemos permitir que el miedo nos paralice. La única manera de combatir de raíz el problema es si entendemos que incluso los actos más pequeños, esos a los que parece nadie darle importancia, nos ponen en riesgo.
No ganar lo mismo que un hombre, no tener las mismas oportunidades de desarrollo profesional, no tener las mismas libertades, son el principio de lo que después se torna en una bola de nieve imparable con final sangriento.
Les invito a ver esta serie, cada sábado será liberado un capítulo hasta completar los cinco que la integran. Y desde ya pueden acceder al primer episodio en la página de Copal Producciones.
A lo largo de los distintos episodios se abordan temas como micromachismos, violencia en el noviazgo, violencia digital, desaparición y finalmente, feminicidio, a través de testimonios de mujeres que han sido víctimas de cada una de las distintas manifestaciones de la violencia de género.
Reconozcámoslo, la violencia contra las mujeres es el más universal de los problemas sociales. A lo largo y ancho del planeta, sin importar raza o condición social, hay historias de mujeres que han vivido la violencia. Pero somos más de la mitad de la población a nivel mundial y no podemos permitir que le miedo nos paralice. Ni para viajar, ni para vivir, ni para alzar la voz. Necesitamos una sociedad que entienda que la equidad, en el más amplio de los sentidos, no es una concesión, sino un derecho.