Como buena viajera, no me resignaba a quedarme en casa otra temporada vacacional, por lo que empecé a buscar con ahínco lugares a donde mi familia, que ahora tiene un nuevo integrante canino, pudiera descansar.
Tras mi nada grata experiencia con chinches, misma que les relaté la semana pasada, la verdad dudé mucho antes de empezar a buscar casas en Airbnb, sin embargo, si uno pretende viajar con un cachorro que todavía no termina su entrenamiento, sin lugar a duda un hotel queda fuera de las posibilidades.
Nada me convencía. Los alojamientos que cabían en mi presupuesto se veían sencillos, pero podía imaginarme todavía levantando las sábanas y saludando a las chinches u otros insectos.
Decidí mirar hacia los hoteles, yo quería pasar las vacaciones frente al mar porque hace mucho que no piso la arena ni veo un atardecer en la playa, sin embargo, para ello debía explorar destinos cercanos, quizá en Guerrero o Veracruz.
Seguía sin encontrar algo de mi agrado y, lo poco que me gustaba, o no tenía disponibilidad o estaba completamente fuera de mi alcance financiero. Por ejemplo, el Hotel Gilda, en Pie de la Cuesta hace años era un destino ideal para viajeros de aventuras y hasta un poco hippies, hoy por cuatro noches más impuestos, me han enviado un presupuesto de casi 18 mil pesos. ¡Casi me desmayo!
Decidí explorar destinos más lejanos y apostar por tomar un vuelo, pagando lo que se paga extra por viajar con la mascota. Bueno ni siquiera llegué a la cotización del perro, solo con la de los tres humanos tuve para casi infartarme. Las aerolíneas que antes eran de bajo costo hoy tienen unos precios para sentarse a llorar. Con lo que me quieren cobrar este año por ir a la costa oaxaqueña, hace dos años podría haber ido a Colombia o Canadá. No puedo creer lo que ha subido todo.
Comencé a descartar el mar de mis opciones y aposté por algún lago y resulta que destinos menos populares, como Michoacán o Hidalgo, podrían ser excelentes opciones si uno quiere viajar con un cachorro inquieto que disfrutaría mucho mojarse en un lago o un río.
El hotel Mansión Pátzcuaro, por ejemplo, es una excelente alternativa para pasarla rico con familia y mascotas. Otra opción es en Huasca de Ocampo, en el estado de Hidalgo, donde encontré varias cabañas pet friendly. Esto te lo puedo recomendar si te gusta el bosque y el frío. Para mí no fue una opción porque resulta que yo vivo en una cabaña en el campo, en Tepoztlán y para llevar a mi perro al bosque solo tengo que subirlo a mi auto e ir a visitar a algunos amigos que viven en las zonas boscosas de nuestro municipio. No tiene caso sangrar mi presupuesto para ir a rentar una casa que se parece a la mía. Descartado entonces.
Otra alternativa es en Valle de Bravo donde uno encuentra opciones de cabañas que admiten mascotas y tienen una hermosa vista al lago. Solo te advierto que, si es por medio de Airbnb, seguro te van a pedir un depósito en garantía por cualquier destrozo que pudiera hacer tu perrito.
En cuanto a mi familia, creo que seguiremos disfrutando que tenemos ya dos años viviendo en un lugar de ensueño, donde prácticamente cualquier cosa que en otro sitio nos costaría mucho, aquí la tenemos al alcance de la mano. No cabe duda, si uno vive en alguno de los rincones hermosos de Morelos, a veces no tiene caso ir a gastar a otro lugar, con revalorar lo que tenemos cerca y relajarnos, podemos mejor conservar nuestros ahorros y prepararnos porque el 2022, la inflación se viene durísima. ¡Felices fiestas!