Es increíble que después de ocho años escribiendo esta columna, jamás hayamos conversado acerca de las mudanzas. Y claro, este es un espacio de viajes, pero casi siempre pensamos en viajes cortos, temporales, vacacionales, y pocas veces abordamos la vida de los que somos nómadas.
Me he mudado tantas veces en mi vida que he perdido la cuenta. Me he vuelto experta en empacar, organizar e incluso, en montar una casa la misma noche de la mudanza porque no soporto el estrés de tener organizado el nuevo espacio cuando llego a habitarlo.
Por increíble que parezca, yo no puedo entender el tipo de estrés que viven las personas que se han mudado poco, y resulta que muchas son mayoría. Es decir, aquellas afortunadas que han salido de casa de sus padres para casarse y, desde ese momento llegaron a un departamento o casa propias. O tal vez aquellas personas que en sus tiempos de estudiantes sí se mudaban, pero a espacios amueblados, con todo listo, y que solo pensaron en mudanzas ya en su vida adulta.
Yo comencé a mudarme desde muy joven. Me fui de mi casa a temprana edad, me casé a los 21 y con un hombre mayor que, por tanto, ya tenía muchos muebles y objetos. Mi vida nómada entonces comenzó a los 21 que montamos nuestro primer departamento juntos. Un año más tarde, estábamos dejando la Ciudad de México para iniciar una nueva vida en Cuernavaca, en una casa propia.
Nuestro matrimonio fue breve, por tanto, mi siguiente mudanza llegó siete años más tarde, cuando lo dejé. Ahí comenzó mi vida errante. Primero me fui a una casa prestada, luego conseguí un departamento, pero no tenía nada de muebles, ni dinero, así que, como tal, no hubo mudanza.
Posteriormente fui adquiriendo cosas, porque empezar de cero es un reto, pero poco a poco mi casa comenzaba a tomar forma y por tanto, cada mudanza se volvía más y más retadora. Creo que, por eso, las mudanzas me enseñaron mucho sobre el desapego. Cada vez que cotizaba mi siguiente mudanza, decidía soltar algo. No puede uno ir por la vida pagando por transportar cajas que nunca vas a abrir porque están llenas de cosas que en realidad no usas ni necesitas.
¿Por qué me mudaba tanto? Bueno, a veces por necesidad, otras por el simple gusto de tener un cambio, muchas veces porque mejoraban mis ingresos y, por ende, yo quería siempre ir escalando en mi estilo de vida. Así que de un minidepartamento en un edificio viejo y sucio del centro de Cuernavaca, me fui mudando a casitas de interés social, hasta que pude rentar una cabaña hermosa con jardín en medio del bosque donde fui muy feliz.
Otras veces tuvo que ver con nuevos empleos, o con estar cerca de las mejores escuelas para mis hijos. Muchas más tuvieron que ver con metas que me había propuesto, como vivir en la colonia Roma, donde muchos escritores y periodistas vivían también.
Las más recientes, tuvieron que ver con la pandemia. Dejé mi amada Ciudad de México para venir a encontrar un refugio cerca de la naturaleza en el pueblo mágico de Tepoztlán, donde por cierto encontrar una buena vivienda no es una misión sencilla.
En Tepoztlán tuve tres mudanzas, primero llegué al mero centro y solo aguanté tres meses porque estar entre turistas no es nada agradable. Luego tuve una casita muy linda, bien ubicada y tranquila, pero la casera enloqueció y preferí salir de ahí. Esa historia la conté acá.
Después encontré la casa que justo ahora estoy por dejar. Es la casa más linda donde he vivido. Más de 300 metros de espacio solo para tres personas, un patio con árboles frutales y un diseño rústico con mezcla de elementos modernos donde realmente me sentí feliz. Por primera vez pude tener una hamaca en mi cuarto porque los techos altos y con grandes vigas de madera lo permitían. Sin embargo, no todo puede ser perfecto. Esta casa es hermosa, pero está realmente aislada.
El entorno es hermoso para la vista, pero no para vivir a diario. Sin vecinos cerca, en un camino estrecho y sinuoso, ni siquiera me sentía segura saliendo a caminar. Así que sí, vivo en el campo, rodeada de naturaleza, pero no puedo ni disfrutarla porque todos los terrenos alrededor están cercados y son de cultivo, constantemente tenía que sufrir por las fumigaciones o el humo de las quemas, sin contar con que los automovilistas no eran nada amigables con quienes caminan en la orilla del camino. Cuando mi auto se descomponía, la pesadilla era salir o llegar en transporte público. Cualquier viaje que en auto tomaba 30 minutos, en transporte público se iba hasta hora y media.
Así que me estoy preparando para una nueva mudanza, con la pandemia bajo control, regresaré a mi querida ciudad natal. Mucha gente me ha preguntado si no voy a extrañar la vida en el campo y, justo gracias a esta experiencia, por fin entendí que soy un ser urbano. Dejé de idealizar la vida campirana porque me di cuenta lo difícil que es.
Me di cuenta de que me gusta tener conectividad, facilidad en el transporte, que no me gusta manejar un coche para todo, que no me gusta el clima caluroso de la sequía, que la comodidad de la ciudad me hace feliz. No digo que sea una cosa mejor que la otra, ni juzgo a quienes deciden apostar por vivir en el campo, simplemente, esto no es para mí.
Un factor nuevo de estrés para mi mudanza es que hablamos de una mudanza foránea y eso puede ser muy costoso y requerir más preparación que cuando uno se muda en la misma ciudad. En mi caso, por ejemplo, muchos objetos que uso aquí, realmente no los necesitaré en la ciudad. El mejor ejemplo son las herramientas y muebles de jardín. Por supuesto que tener un jardín en la ciudad es un lujo que no puedo darme, a cambio viviré frente a uno de los parques más grandes y bonitos que hay.
Así que uno de los mayores retos de la mudanza foránea, y factor de estrés, es el costo y también el elegir qué llevar y luego qué vender. Vender las cosas no siempre es fácil, más si no tienes como transportarlas y tu casa está en un sitio aislado, mucha gente podrá estar interesada pero no querrá venir por ellas. Yo comencé a vender a amigos que viven más o menos cerca, pero tuve que sacrificar mucho el precio para lograrlo. Sobre todo, en los muebles de jardín.
Encontrar al proveedor del servicio de mudanza por fortuna fue sencillo y además lo recomiendo ampliamente. Mudanzas Trejo, es el único que hace viajes foráneos en Tepoztlán y además sus precios son muy accesibles, además de que su actitud y servicio es impecable. Esta es la primera vez que me mudo en dos partes, porque mi hijo tuvo que irse antes y eso nos hizo mudar la mitad de la casa, así pude constatar que el servicio de los Trejo es realmente bueno.
¿Cómo voy a quitar estrés a este momento? Bueno pues recomiendo tratar de usar las maletas para las cosas delicadas, que se pueden incluso envolver en ropa como camisetas o bufandas. El resto de la ropa puede viajar en bolsas grandes de basura, pero de las resistentes, para que luego puedas reutilizarlas. La cinta canela no puede faltar, se convierte en tu mejor amiga en estos casos.
Y un último consejo, piensa en la gente que te va a ayudar con el servicio. Cuando empaques, no pongas demasiadas cosas pesadas juntas porque les va a costar mucho trabajo cargar esas cajas. Equilibrar el peso cuando empacas hará que sea más sencillo para ellos el trabajo. Etiquetar tus cajas claramente les ayudará también a distribuir mejor todo cuando lo coloquen en el nuevo espacio. No solo etiquetes con el tipo de objeto, sino con el lugar en el que deben colocarse, así fácilmente puedes darles instrucciones y eso te ayudará a ordenar más fácilmente después.
Y mi último consejo: deja todo lo que te sea posible dejar. Libera espacio en la mudanza, pero también en tu nueva casa y en tu nueva vida. Si ya estabas pensando actualizar tu televisión, tu cama o tu colchón, es buena oportunidad. Si vendes estas cosas viejas antes de la mudanza puedes reducir el costo del traslado y luego, reinvertir en comprar cosas nuevas. Las mudanzas son una gran oportunidad para practicar el desapego. Si encuentras una caja que nunca abriste desde tu última mudanza, eso significa que contiene cosas que realmente no necesitas o que ya no son parte de esta nueva vida. Es momento de dejarlas ir. ¡Felices viajes y buenas mudanzas!