Si quieres la paz, no hables con tus amigos. Habla con tus enemigos”.
-Dayan-
Hemos perdido el rumbo. Y habrá que retomarlo enseguida. Antes de que lleguemos al borde del precipicio.
Todos nosotros, hombres y mujeres, niñas, niños, jóvenes, adultos mayores queremos vivir en un espacio que contemple seguridad, tranquilidad y protección, entre otras cosas. Deseamos que nuestros bienamados estén igual que nosotros. Y, obviamente, no hablamos sólo de nuestras familias. Hablamos también de los amigos y de la sociedad en general. Deseamos un estado que sea definido por sus buenas costumbres, su paz social, su armonía y su bonanza.
Sin embargo, parece que cada vez vamos cayendo a un precipicio más y más profundo. Sigo pensando que estamos cavando una tumba inmensa en la que, si no recapacitamos, todos, absolutamente todos, seremos sepultados.
Lo que sucedió en Culiacán es verdaderamente terrible. Y es más terrible aún promover tantas publicaciones hablando de la inoperancia del estado. El presidente de la república necesita nuestro apoyo como sociedad. De manera personal, siempre he apoyado a nuestros presidentes, aun cuando no hubiera votado por ellos o no estuviera de acuerdo con sus políticas. El presidente merece nuestro apoyo. Y si él consideró la liberación de Ovidio como una buena salida para evitar una masacre de inocentes, hay que valorar esas acciones con frialdad y empatía. Nuestro presidente no es el primero que quiere evitar el derramamiento de sangre.
Ahí están los datos históricos de pacifistas que tuvieron buenos resultados con su política de no violencia. Mahatma Gandhi llevó a su país a la independencia mediante una revolución pacífica. Martin Luther King sostuvo que “la violencia no tiene vigencia práctica porque la vieja filosofía del ‘Ojo por ojo, y diente por diente’ acaba dejando a todos ciegos. Este método no es correcto, este método es inmoral. Es inmoral porque constituye una espiral descendente que termina en destrucción para todos. Es falso porque persigue la aniquilación del enemigo y no su conversión”.
Nelson Mandela fue el primer mandatario de raza negra que encabezó el poder ejecutivo, y también el primero en ganar por sufragio universal en su país. Su gobierno se dedicó a desmontar la estructura social y política heredada a través del combate al racismo institucionalizado, la pobreza y la desigualdad social, así como la promoción de la reconciliación social. Como muchos saben, Mandela estuvo encarcelado por muchos años. Dentro de la cárcel desarrolló aún más su sentido de justicia y desde ahí siguió luchando. Decía que había “muchas personas que sienten que es inútil continuar hablando de la paz y la no violencia en contra de un gobierno cuya única respuesta son ataques salvajes a un pueblo indefenso y desarmado”. Y si repensamos esta frase, han sido muchos gobiernos represores en nuestro país, cuya clase política se fue enriqueciendo a costa del dolor y la pobreza de los mexicanos. Repasen la historia. Pero no sólo lean la historia de los vencedores. Revisen también la versión de los vencidos. Ahí están los hechos del 68, la guerrilla de Genaro Vázquez Rojas y de Lucio Cabañas en el estado de Guerrero. Así tendrán un panorama más abierto de lo que sucede. Considero que, además, muchos políticos en el poder, fueron negociando con los criminales hasta llegar a este estado de cosas que hoy vivimos. Mientras tanto, el pueblo cada vez se empobrecía (y sigue empobreciéndose) más.
Y sobre la pobreza de un pueblo, también estoy de acuerdo con Mandela. Decía que “la pobreza no es natural, afirmaba que la pobreza es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, sino un acto de justicia.
Todos opinamos y todos queremos tener la razón. Estas líneas sólo pretenden dar una opinión diversa para transitar de lo que he llamado “la cultura de la bronca” a la cultura de la paz. No pretendo tener la razón, sólo poner sobre la mesa otra alternativa de análisis y de solución que nos pueda llevar a una cultura de la paz para el buen vivir.
P.D. Analicen lo que sucedió ayer en las asambleas de Morena, específicamente en Cuernavaca para elegir a sus consejeros. ¿De verdad estamos ante una sociedad en la que manden los criminales?