1976. comenzaba el primer año de prepa. Asistí a la “Bernabé L. de Elías”. La famosa Prepa 1. Me tocó el turno matutino. Vivía en Cuernavaca. Recuerdo que al esperar el autobús me iba haciendo a la idea del periplo que me esperaba. Me parecía una eternidad recorrer toda la ciudad y cruzar “la nada” para llegar a la prepa. Cuernavaca terminaba en la Av. Plan de Ayala, justo en “La Luna”, después de eso no había nada. Todo estaba muy solo. Muy alejado. Era toda una aventura.
Me tocó la época de la novatada, cuando en el primer día de clases, los de segundo y tercero nos esperaban afuera de los salones gritando y blandiendo unas tijeras enormes con las que nos tusaban para darnos la bienvenida. Entre descanso y descanso las hordas estudiantiles aprovechaban para atrapar a los novicios y meterles tijera a sus cabelleras. Y entre clase y clase, nosotros, los estudiantes nuevos, nos sentábamos mostrando nuestras cabezas con diferentes “cortes” de pelo soportando las miradas y las risas de quienes nos miraban y hacían broma de nuestro sufrimiento. A mí me recuerdan porque me cubrí la cabeza con mi suéter para no pasar vergüenza. Eso creía yo. Después de todos estos años, en las reuniones con mis amigas y amigos de esos tiempos, todos recuerdan mi cobardía de cubrirme la cabeza, mientras todos los demás, sin importarles las burlas, con bravura, coraje, valentía y galanura, se mostraban tal como los habían dejado los vándalos que nos habían atacado. Aunque ahora, si lo pienso bien, si hubieran llevado suéter ese día, como yo, también se la hubieran cubierto.
Para mí, esos fueron tiempos de cambios profundos de pensamiento. Mis materias favoritas eran ética y filosofía. El maestro de ambas materias era el padre Armando del Castillo, quien a mi parecer era un hombre verdaderamente sabio, no solamente en su materia. Tenía conocimiento del ser humano. Con él aprendí que la filosofía venía de dos vocablos griegos “phylos” que significa “amor” y “sophía” que significa “sabiduría”. Es decir, amor a la sabiduría.
Mi maestro sostenía que la filosofía logra enmarcar todo lo existente bajo la óptica de lo racional y coherente. Y como significa literalmente amar la sabiduría, puede estudiarse y analizarse cualquier ámbito de la ciencia, cualquier disciplina u otras fuentes del conocimiento.
De verdad que le tenía mucho cariño al libro de dicha materia “introducción a la filosofía” de las Dras. Mercedes y Rosaura García Tudurí, pues cada página estaba llena de pensamientos profundos que me hacían cuestionarme sobre el significado de la vida.
La filosofía ha sido fundamental en mi vida porque me permite cuestionar muchas cosas. Me permite cuestionarme y atreverme. Séneca decía que “no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.
Y con todo esto que estamos viviendo, sabemos que la “normalidad” cambiará. Dicho de otra forma, lo que era considerado normal, ya no lo será. Tendremos que enfrentarnos a los cambios que vienen. Y vienen muchos. En Francia han regresado los chicos a clase, y la nueva “normalidad” les está dejando instrucciones de comportamiento, yo diría de obediencia para las nuevas generaciones. Se han establecido normas para “la sana distancia”. Les están dando vestimentas a los niños con un aro de hula-hula cosido en la parte baja para que no se aproximen demasiado los demás. En el recreo, a los niños los sientan, de manera individual, en áreas pintadas con una cruz y no se pueden acercar a sus compañeritos. Y en los patios grandes han pintado líneas que forman un cuadrado. Ahí, los niños y las niñas pueden bailar, saltar o jugar, pero sin salirse del confinamiento cuadrado.
En China, la nueva “normalidad” es que, en cada pupitre, los niños están circundados por tres páneles para respetar sus espacios y no haya un posible contagio. De igual manera, llevan un sombrero en el que colocan un globo de los largos para que sus compañeros no se acerquen demasiado.
¿No será, que a través de estas medidas estaremos programando a una nueva generación más obediente y que acepte a pie juntillas todas las órdenes que se les están dando? ¿No será que ya comenzaron con nosotros, inoculándonos el miedo que aceptamos sin remilgos todas las órdenes, por absurdas que éstas parezcan?
En Ámsterdam hay nueva “normalidad” en los restaurantes. Sólo los aceptan de dos en dos y los clientes entran en una caseta transparente para evitar el contagio. https://www.youtube.com/watch?v=QfRRyIdW8lw
Es aquí donde entran esos conocimientos que aprendí en mi clase de filosofía. ¿No será que debemos enmarcar todo lo existente (lo nuevo que nos está acaeciendo), bajo la óptica de lo racional y coherente? ¿Estamos siendo racionales y coherentes para enfrentar la nueva “normalidad”? Queda esta pregunta en el aire.