“Que un juicio sea «universalmente válido»
no implica que sea «universalizable».”
Peter Singer
Hace algunos días conversaba con mi hija sobre cuestiones éticas. Hablábamos cosas del trabajo y del comportamiento de algunas personas. Y de manera natural, una cosa nos llevó a otra cosa, y al final, terminamos hablando del “deber ser” y así llegamos a la ética.
El creador de este concepto es Aristóteles. Él usó este término por primera vez para hablar de un tema que ya había sido planteado por sus antecesores, Sócrates y Platón, refiriéndose al intento de dar una respuesta racional a la pregunta de cuál es la mejor forma de vivir de los seres humanos.
Y, de hecho, Aristóteles siempre consideró la ética y la política como dos áreas de estudio vinculadas entre sí, pero de ámbitos diferentes, porque la ética estudia el bien de la persona de manera individual mientras que la política trata del bien de la ciudad-Estado. Temas que ya hemos tratado en estas entregas.
El punto es que yo mencioné que las solas definiciones de ética nos confundían porque, como lo dice el epígrafe, el concepto puede ser universal, pero no necesariamente universalizable, en el sentido de que cada uno de nosotros tiene una forma diferente de ver y vivir la vida.
Como vi que mi hija se confundió más, le expliqué sobre un curso que había tomado hacía muchos años cuando daba clases de Derecho de la empresa en el Tec de Monterrey. El taller se llamaba “ética utilitaria”. Le comenté que nos habían dado varios casos para analizar y llegar a conclusiones. Por ejemplo, plantearon este principio ético: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. Este es un principio universal maravilloso, porque nos impele a ser justos para vivir en una sociedad armónica. Sin embargo, le dije a mi hija: Imagina que eres la jefa de la Policía. De repente te avisan que hay unos terroristas en una plaza de Cuernavaca y que acaban de poner una bomba que estallará y dejará muchísimas personas muertas, entre visitantes, compradores, familias que van a pasear y comerciantes, entre otras víctimas. Sales de inmediato con tu equipo de agentes, y cuando llegas ya tienen detenido a uno de los terroristas. Tienes que sacarle la información, a como dé lugar, del sitio donde pusieron la bomba. ¿Cómo lo haces? ¿Le vas a pedir que, por favor te diga dónde la puso y que piense en las muertes que puede ocasionar? 0, por otro lado, ¿buscarás todas las maneras posibles para sacarle la información? El tiempo corre y tal vez sea demasiado tarde.
Puedes pensar en el principio de “no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. Entonces pensarás que no lo debes maltratar porque no quieres que otros te maltraten a ti. Obviamente tendrás que actuar en consecuencia. En este caso “cualquier cosa que puedas hacer” está justificada para salvar a las posibles víctimas inocentes.
Esto es la ética utilitaria. Es decir, de todos aquellos principios éticos universales tendrás que aplicar aquellos que se adapten a tu caso particular.
Como establece Aristóteles en el Libro II de la Ética nicomáquea, el hombre que posee la excelencia del carácter tenderá a hacer lo correcto, en el momento adecuado y de la manera correcta. Un ser humano excepcional es un ser exitoso ejemplo de humanidad.
Ese es el modelo que buscamos todos. Pero la desgracia es que no todos piensan de esa manera. Ese es el modelo universal que quisiéramos. Ese es el modelo que buscamos. Pero no es posible debido a la imperfección del ser humano y a la injusticia social en la que vivimos.
Por eso, aquellas personas que quieran vivir bajo los principios éticos universales, es fundamental que aprecien esto desde otros puntos de vista para tener equilibrio en la vida. Singer propone, entonces, una ética del querer según la cual, al adoptar el punto de vista ético, una persona actuará correctamente porque corresponde a su interés hacerlo.
Luego entonces, esta es una propuesta de cambio de la “ética del deber” a la ética del querer”. Hacer el bien porque “quiero” hacerlo y no porque “deba” hacerlo. Singer pone este ejemplo: “Lo que realmente se hace es más importante que el motivo. Por ejemplo, una persona puede dar dinero para ayudar a los pobres porque espera que hablen bien de ella o porque cree que es su deber; pero, sin embargo, para los beneficiarios, eso es irrelevante. Para ellos lo importante es la ayuda.
Como conclusión, aunque todavía hay mucho que decir, lo mejor siempre será adoptar los principios universales, de esa manera tendremos una balanza para actuar de acuerdo a los razonamientos que tengamos para tomar una decisión de lo que queremos en nuestras vidas y lograr la armonía para vivir en paz.