“El porvenir de un hijo
es siempre obra de su madre.”
Napoléon
Como podemos apreciar en el epígrafe, ya en el Siglo XIX Napoleón reconocía el poder de una madre sobre los hijos. Y, obviamente desde tiempos ancestrales la mujer en su papel de madre siempre ha sido reconocida de una manera muy amplia. La Biblia tiene muchas citas sobre lo que es una madre. Isaías 66:13 nos dice: Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo; en Jerusalén seréis consolados.
Pero menciono a Napoleón por lo que dice del porvenir del hijo. Ellas, nuestras madres, nos van guiando.
Esta mañana me puse a revisar una historia que me contó mi madre después de haberse salvado del covid, y que luego yo escribí. Es una historia muy dura, y que siento, mi madre tenía que contar para sanar su corazón. En ella cuenta la vida de su madre, mi abuelita Natalia. Tuvo que enfrentarse a muchas cosas en su vida. Sobre todo, a la violencia de su esposo. No conocía esa historia. Hay muchas así. Creemos que la vida es maravillosa. Y, sin embargo, hay muchas cosas ocultas en las familias.
Ser mujer no ha sido nada fácil, mucho menos en esta sociedad machista en la que vivimos, pero en la que, afortunadamente, aunque sea poco a poco, hemos ido cambiando, y en la que todos y todas tenemos que poner de nuestra parte para lograr una sociedad más justa y equitativa para vivir en armonía y en paz.
Cuando era niño, recuerdo que, en la mayoría de los hogares, el hombre era el proveedor. La mujer se tenía que quedar en casa a cuidar de los hijos. No era mi caso, porque mi madre también trabajaba para proveer a las necesidades de la familia. Pero el comentario viene a colación porque la mujer que se veía en esta situación se enfrentaba a una doble jornada. La laboral y la doméstica.
Esas son las mujeres-madres que tenemos actualmente. Mujeres que trabajan y que también se encargan de sus hijos. Afortunadamente, en muchos de estos casos, tienen el acompañamiento de un varón responsable, empático y solidario que colabora también en las labores domésticas.
Las madres de ahora son muy diferentes de las madres de hace algunos años. De acuerdo a lo que dice Marcela Lozano en su sitio naceragatha.com que se dedica a la atención de mujeres embarazadas, la sociedad del Siglo XXI no está hecha para las madres. En este artículo menciona que: La mujer del Siglo XXI debe ser una súper profesional, una súper mamá, una súper esposa, una súper amiga, una súper deportista. En pocas palabras: una súper heroína que definitivamente solo existe en los cuentos de hadas, pero no en la vida real. Y para completar, a pesar de esta inmensa carga, la mujer siempre siente que NO ES SUFICIENTE y que todo es CULPA SUYA. Los bebés se enferman, se caen, se lastiman, todo, por culpa de las mamás… incluso cuando no están presentes, fueron sus pensamientos, sus palabras las que crearon la situación ¡BASTA! ¡Se vuelve invivible!
Es verdad que nos falta mucho como sociedad igualitaria, porque en nuestros países, sigue siendo ella la que carga con todo en la familia. Y en conecta, el sitio de noticias del Tec de Monterrey, en un artículo escrito por Mariana Perales, se dice que las madres del Siglo XXI tienen obligaciones fuera de casa y que deben adquirir los siguientes aprendizajes: habilidad para organizarse, ser multitask (multitareas), desarrollar equilibrio en los diferentes ámbitos de su vida, y aquí enfatiza que se puede encontrar un balance entre el trabajo y la maternidad. Y algo que me llamó poderosamente la atención es esto: “El reto es dejar de pensar en sacrificios. Que sacrificas tiempo con tu familia por trabajar. Que sacrificas tu crecimiento y desarrollo profesional por no restarle tiempo a tu familia. Que te sacrificas a ti misma por distintas circunstancias. Y todo lleva a lo mismo: la culpa. Somos un solo ser, con diferentes actividades, roles y deseos.” Otros de los aprendizajes que la madre de este siglo debe tener son: Tener un trabajo que te apasione porque un trabajo que te llena puede motivarte a afrontar los retos de organizarte; hay que desarrollar la resiliencia y la adaptación. Tienes que saber escucharte, conocer tus deseos, tus aspiraciones, lo que te hace sentir plena. No te olvides de ti misma, saca lo de mejor de ti cada día y hazlo de la mejor manera, de la manera que puedas, en el momento que te toca vivir.
Como vemos, he dejado la voz a las mujeres en este artículo. De mi parte, sólo quiero agregar que todos y todas, hombres y mujeres estamos en el mismo barco. Si no nos ponemos de acuerdo, podemos naufragar, pero si le echamos ganas como familia, saldremos adelante y fortalecidos de este viaje que se llama vida. Y aunque estemos solos, es decir, hablo de madres solteras, siempre hay formas de celebrar la vida.
Lo importante es recordar que todo lo que hacemos trae consecuencias buenas o malas en la vida. Si estás formando una hija o un hijo, dale lo mejor de ti. Siembra en ellos el amor, la empatía, la solidaridad, la responsabilidad, y todos los valores que más puedas porque cuando este pequeño o pequeña sea adulto, te agradecerá desde el fondo de tu corazón.
Ya lo dijo Juan Luis Vives: ¡Cuán grande riqueza es, aún entre los pobres, el ser hijo de un buen padre! Y en este caso, se diría de esta manera: ¡Cuán grande riqueza es, aún entre los pobres, el ser hijo de una buena madre!