“Nunca se miente tanto como antes
de las elecciones, durante la guerra
y después de la cacería.”
Otto Von Bismark.
Antes de entrar en el tema, desde esta columna repruebo y deploro los hechos sucedidos en Cuautla en el que asesinaron al hermano de la candidata del partido Bienestar Ciudadano a la alcaldía por esa ciudad. ¡Hasta dónde llegan el cinismo, la ambición y la violencia para alcanzar los fines personales de determinados grupos delincuenciales! Me uno a las voces que exigen justicia y esperamos que los delincuentes sean aprehendidos a la brevedad y que paguen estos hechos vergonzosos que infunden miedo y desconfianza en nuestra sociedad.
Aunque Pablo Neruda lo hubiera dicho en el terreno personalísimo de las decisiones que tomamos, su frase “usted es libre para hacer sus elecciones, pero es prisionero de las consecuencias”, se aplica perfectamente a la jornada electoral que estamos a punto de vivir. He visto cómo se están llevando las campañas de estas elecciones atípicas y vemos cuántas cosas se dicen de y entre los y las candidatas, además de las agresiones tanto físicas como verbales que se dan entre los simpatizantes de uno y otro partido.
En mi muy particular opinión, seguimos empoderando a la cultura de la violencia en lugar de enfatizar la cultura de la paz y el respeto.
Seguimos viviendo en un estado en el que no hay honestidad ni ética para conducirse. Es obvio que no hablo de todas y todos los candidatos, hay personas que merecen todo mi respeto, sin embargo, sabemos cuántos y cuántas mienten, y, pareciera que eso lo solapan los que quieren seguir sacando raja a pesar de lo mal que vive nuestra gente.
Desde esta tribuna hago una invitación para que se pongan a pensar seriamente en quién es la persona adecuada, idónea y capaz de sacar adelante a nuestros municipios, a nuestra gente. Analizar bien quién miente y quisiera ganar a toda costa para seguir enriqueciéndose a costillas de la sociedad, y, analizar a esas personas que siempre se han mostrado como gente de bien, vecinos nuestros que siguen viviendo aquí, y que no se han ido de nuestras comunidades, como otros que llegan y se van a gozar de los dineros mal habidos. Es hora de votar por las y los candidatos que son vecinos de nuestras comunidades y que se han destacado en su trabajo personal y comunitario. Es hora de votar por las capacidades de las personas y no por sus partidos.
La clase política tiene que cambiar. Quienes la integran han sido los causantes de toda esta catástrofe. La gente ya no cree en ellos, y es por eso que estamos viviendo las consecuencias.
David Lloyd George lo dijo muy claramente: “las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”. Ya no queremos esto, que también nos demuestra que los votantes que han querido vengarse de la clase política por todos los daños causados, al sufragar, no se dan cuenta de todas las consecuencias que esto puede traer. Y, que desgraciadamente, estamos viviendo.
Analicemos bien el todo. En lugar de ver el árbol, veamos el bosque y elijamos a quién nos pueda representar mejor. Que las y los candidatos nos presenten sus propuestas y estrategias para conducir el destino de nuestras comunidades.
Urgen comunidades en las que se dé una reingeniería total. Una renovación real en la que podamos vivir en paz, con trabajos bien remunerados, con mejores servicios de salud, una mejor educación creativa y vanguardista, en un ambiente de paz y de justicia social, una sociedad en donde quede erradicada la violencia entre otras cosas. Una sociedad en la que forjemos un mejor futuro para nuestros hijos.
Y no dejemos el análisis sólo para el momento de votar. Debemos vigilar que las propuestas sean cumplidas, pues ya lo decía el escritor inglés Aldous Huxley: “La política no es una religión. Los proyectos políticos no son una religión en la que deba creerse ciegamente, solo por fe. Hay que auditarlas, vigilarlas, seguirlas de cerca porque están hechas por hombres corruptibles, que pueden equivocarse o aprovecharse de su posición.”
Debe haber transparencia y control en la administración de los ayuntamientos. Tenemos que aprender a ser verdaderos ciudadanos y participar activamente en todo lo que concierne a nuestras comunidades. Y todo eso lo debemos hacer por el camino de la armonía y la concordia, para lograr una verdadera cultura de la paz.