“El ciudadano ha de ser ciudadano
rebelde y crítico, no puede ser
un ciudadano sumiso ni servil.”
Pablo Castellano Cardalliaguet
El tema de hoy ya lo he tocado en otros momentos y desde otros ángulos, pero tengo que seguir insistiendo. La nuestra siempre ha sido una democracia representativa. Es decir, votamos por alguien, ese alguien ganas las elecciones, y lo dejamos solo para que haga lo que tiene que hacer. Después de las elecciones, nos olvidamos de todo. Por esa razón, las personas que nos representan hacen lo que hacen con nuestros dineros, nos dejan sin servicios básicos, hacen negocios y se enriquecen a nuestras costillas, y al final, cuando terminan su gestión, se van forrados de dinero y puede que hasta cambien de lugar de residencia para no ser molestados.
Esta es la imagen que la mayoría de la gente tiene de las personas que se dedican a la política. Sabemos que hay excepciones que confirman la regla. Para ellas, todos mis respetos.
Pero regresando al tema, insisto, la nuestra es una democracia representativa. Voto y me olvido. Voto y “ahí” que se hagan bolas. Eso ya no puede ser. Esa forma de actuar ya quedó atrás en muchos países. Urge transitar de la democracia representativa a la democracia participativa en nuestro país.
Ser ciudadano es más que cumplir dieciocho años, tener credencial del INE, poder votar para elegir a nuestros gobernantes o poder ejercer nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones.
Los verdaderos ciudadanos son críticos, dan acompañamiento y ponen atención y actúan de manera responsable para la construcción de una mejor sociedad desde todas las trincheras posibles. En la familia, en la escuela, en el trabajo, en nuestra comunidad, y, por supuesto, en las actividades del gobierno.
Los buenos ciudadanos se organizan en sus comunidades, buscan formas para vivir en concordia y armonía para lograr la paz y la seguridad contando con el apoyo, como está establecido en las normas correspondientes por las autoridades.
Me he dedicado a enseñar en comunidades cómo ser un mejor ciudadano. Y el mejor camino, en mi muy particular opinión, es conocer la norma básica del municipio donde vivo. Esta se llama: Bando de Policía y Buen Gobierno.
Y antes de entrar en este tema, quiero mencionar mi sentir. Creo que un día, hace muchos años, llegaron al gobierno, unas personas que le ordenaron a su personal que ya no se metieran con los vecinos de ninguna comunidad. Déjenlos. Qué se hagan bolas entre ellos. Y la gente, los vecinos, se empezaron a pelear entre sí. Si el vecino hacía escándalo con sus bocinas, nadie le podía decir nada porque “estaba dentro de su casa”, y allí podía hacer lo que quisiera. Si se salía el perro de la vecina y defecaba en la propiedad de otra persona, ésta le iba a reclamar a la otra, se gritaban y, muy probablemente, llegaban hasta la violencia física. Esto que les menciono está reglamentado en el Bando. Ahí están establecidas las reglas de convivencia para vivir en armonía y lo que se puede hacer en consecuencia si algún vecino no cumple.
Y es por eso que uso la palabra “vecino”. El vecino es una persona que vive en una comunidad, pero ignora la norma. Vive como una plantita en el campo, a merced de lo que suceda.
El verdadero ciudadano conoce, interpreta y aplica el Bando de Policía y Buen Gobierno, y además lo comparte con sus vecinos para convertirlos en ciudadanos.
Y repito lo que siempre cuento en mis cursos y conferencias: Cuando yo era niño, mi madre, mi padre o cualquiera de nosotros, los hijos, salíamos temprano a barrer el frente de la casa. Ahora, veo a muy poca gente que lo haga. Y es una obligación de todos nosotros mantener el frente de nuestros inmuebles (Art. 18, inciso B, numeral VII). Esta es una, de muchísimas obligaciones como habitantes de Cuernavaca que hemos dejado de hacer. Si las autoridades exigieran el cumplimiento de las normas establecidas en el Bando, las arcas estarían llenas.
Si yo fuera presidente municipal, comenzaría un nuevo paradigma. Daría un ejemplar físico o virtual a cada uno de los habitantes de nuestro municipio. Pediría que lo leyeran a conciencia para conocer sus derechos y obligaciones. Organizaría talleres en las diferentes colonias y poblados para que quedara claro, daría un período de gracia y comenzaría a aplicar las normas que nos llevarían a vivir de una manera más armónica entre todos nosotros gobierno y ciudadanos. Ellos, los ciudadanos, al conocer las formas adecuadas, nos obligarían como gobierno a actuar como se debe, y por su parte. Los ciudadanos también sabrían cómo actuar en consecuencia para lograr la paz, la armonía y concordia tan necesarias en estos tiempos que estamos viviendo.
Esto, nos haría salir de nuestra zona de confort. La gente comienza a cambiar virtualmente. Sin embargo, falta la acción: Dicen que sobran revolucionarios en las redes sociales, pero faltan buenos ciudadanos en las calles.