"La finalidad del arte es dar
cuerpo a la esencia secreta de las cosas,
no el copiar su apariencia”.
Aristóteles
Alguna vez escuché que el arte nos regala un buen ser humano y un soldado menos. O como lo dijera Facundo Cabral, un poeta es un soldado menos. Obviamente no quiere decir que un soldado no valga la pena. La idea es que el arte nos construye y nos deconstruye. Nos hace más sensibles. Somos más empáticos. El arte nos regala amor. Ya lo decía Oscar Wilde: en el arte como en el amor, la ternura es lo que da la fuerza.
Desde niño me divertía tanto en el kínder con las clases de canto. Mi maestra tocaba el piano y nosotros, al cantar, veíamos y respirábamos un aire diferente. Una vida maravillosa. El jardín de niños fue, para mí un mundo lleno de creatividad y magia. Después todo eso desapareció en la primaria. Jamás escuché a nadie que hablara del arte como una parte importante del ser humano. Ya en la secundaria, la clase de música era increíblemente bella. A mí me hacía olvidarme del mundo y sus tragedias. Teníamos talleres diversos.
Después, nada, lo tradicional. Lo de siempre. Si alguien quería dedicarse al arte, le decían que eso no le iba a dejar nada. Que se iba a morir de hambre. Ya conté aquella historia de uno de mis mejores amigos de la primaria que era un genio en el dibujo, pero que entre los maestros y la madre lo obligaron a dejarlo porque no ponía atención a las “cosas importantes de la vida”. Siempre estaba “distraído”.
Siempre he dicho que nos hacen falta artistas. Necesitamos más músicos, poetas, escultores, pintores, escritores, hombres y mujeres que nos despierten con sus formas de expresión. Sé que hay muchos. Conozco a algunos hombres y mujeres maravillosos que están por ahí. Unos nos muestran su talento y nos apasionan, otros están escondidos. Han tratado de mostrar su arte, pero no les hacen caso.
Por ahí encontré un escrito en las redes cuya autoría es de Nacho Pata. Y creo que esto que escribe es justamente lo que es un artista:
¿Para qué sirve un artista? En términos prácticos no servimos para nada. Si alguien se enferma, o si a alguien se le descompone su coche o si tiene un problema legal, no llaman a un artista, sino a un doctor, un mecánico o a un abogado. Nunca a un artista. De hecho, somos bastante inútiles ahora que lo pienso.
Cuando alguien nos pregunta a qué nos dedicamos, nunca tenemos una respuesta certera que satisfaga la curiosidad de quien nos pregunta, y menos aún si nos preguntan si podemos vivir de esto (en términos meramente económicos), cosa que tampoco podemos responder, ya que esa pregunta jamás se le hace abiertamente a un doctor, un mecánico o a un abogado, puesto que se da por hecho que les da suficiente para vivir y son profesiones incuestionables.
Entonces ¿para qué servimos? ¿Para qué sirve un pintor, un cineasta o un literato? ¿qué diablos gana la humanidad con un actor, un comediante o un músico? ¿en qué nos ayuda un escultor, un director de escena o un compositor? ¿Cómo resuelve nuestros problemas de vida alguien así?
¿De qué nos han servido Beethoven, Chava Flores, Akira Kurosawa, Pita Amor, Robert De Niro, Mario Benedetti, Vincent Van Gogh, Andi Warhol, Gustavo Cerati, Jaime Sabines, Pedro Almodóvar, David Alfaro Siqueiros, Roger Waters, Rockdrigo, Julio Jaramillo, Jodie Foster, Miguel Hernández, Los Beatles o hasta Juan Gabriel?
¿De qué servimos los músicos callejeros, los zanqueros, los clowns, los titiriteros, los cuenta cuentos, los fotógrafos, los mimos, los acróbatas los dibujantes y los actores?
Obviamente, para nada. Para nada práctico y mensurable. No podríamos arreglar ni una plancha, ni resolver un problema de crédito bancario.
Nuestra única función en esta vida es tocar los corazones y los pensamientos de la gente. Somos capaces de hacer reír o llorar, pensar o disfrutar a alguien sin tan siquiera tocarlo. Un cineasta o un actor te puede conmover hasta las lágrimas y un pintor o un fotógrafo te puede transportar en el tiempo, mientras que un clown o un escritor te puede hacer pensar al mismo tiempo que ríes o lloras. Un músico o un compositor te puede tocar y llenarte de tanta vida como un acróbata te puede sorprender de manera insospechada y marcar tu vida. Somos capaces de hacerte cuestionar sobre tu propia existencia mediante la belleza y la crudeza del arte.
No sé qué tan necesarios seamos, pero lo que sí sé es que la vida sería muy diferente sin nosotros, tal vez más aburrida, tal vez más autómata. Así pues, los artistas somos la representación más elaborada de la necesidad humana de expresión.
Nomás para eso servimos.
Y concluyo con las palabras de Danny Kaye: La vida es un lienzo en blanco, y debes lanzar sobre él toda la pintura que puedas. La vida es arte.