"Amor no es literatura
si no se puede escribir en la piel”.
Joan Manuel Serrat
Picasso decía que “todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”. Y agrego que estoy totalmente de acuerdo, porque conforme crecemos nos van cortando las alas de la imaginación. Se va perdiendo la magia. Y nos van moldeando para encajar en la sociedad. Los guías espirituales confirman que el arte más grande y más profundo que una persona puede hacer es convertirse en artista de uno mismo. Que uno mismo se vaya esculpiendo, labrando, pintando, formando como una pieza artística, única, irrepetible. Por eso nos acercamos al arte. Para recordarnos lo hermoso y lo sublime que podemos ser como seres humanos.
Dejar volar la imaginación de la mano de un gran artista en cualquiera de sus formas o de un personaje creado por un actor nos abre caminos maravillosos en los que descubrimos que todo, absolutamente todo es posible.
Y hoy me siento un tanto cuanto nostálgico porque este año venidero se retira de los escenarios un artista fundamental en mi vida como en la vida de muchas otras personas. Él ha llevado sus canciones, acompañado de su guitarra, por todo el mundo y nos ha dado mucho para reflexionar e imaginar desde hace muchos años. Por eso hoy escribo lo siguiente:
“Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que un día fue feliz”. Y cuando conocí su historia yo me quise convertir en ese hombre feliz a pesar de las críticas de los demás. Porque desde antes de conocerlo, en el amor, el nombre de mi amada me sabía a yerba, de la que nace en el valle a golpe de sol y de agua. La quería tanto que no necesitaba bañarse cada noche en agua bendita. Y precisamente “porque la quería” Penélope”. Y le dije “adiós, amor mío. No me llores, volveré…Y pude comprobar que no hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí… Si alguna vez fui un ave de paso lo olvidé pa anidar en sus brazos. Si alguna vez fui bello y fui bueno, fue enredado en su cuello y sus sueños.
Ya de regreso a mi lugar de origen traté de olvidar el amor y me volqué a tratar de ayudar a quien lo necesitara, pero me enfrenté a un sistema podrido lleno de personajes siniestros que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones, que van rodeados de protocolo, comitiva y seguridad y viajan de incógnito en autos blindados, a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad, a colgar en las escuelas su retrato. Tienen doble vida, son sicarios del mal. Nos niegan a todos el pan y la sal. Entre esos tipos y yo siempre hay algo personal.
Me hice más consciente de la vida en comunidad y de la importancia de nuestra madre tierra porque ya lo traía desde pequeño, pero lo entendí mejor con “pare” (padre): Padre, dígame qué le han hecho al bosque que ya no hay árboles. En invierno no tendremos fuego ni en verano sitio donde resguardarnos… Padre, si no hay pinos no habrá piñones, ni gusanos, ni pájaros. Padre, donde no hay flores no se dan las abejas, ni la cera, ni la miel.
Seguí el camino que me dictó la vida. Con el tiempo nacieron dos ramitas de mi árbol y tuve que entender que esos locos bajitos se nos parecen. Así nos dan la primera satisfacción. Y sí, cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir. Pero también tuve que entender que no debía dirigir sus vidas, porque no sé el oficio ni tengo la vocación. Y que, además, nada ni nadie puede impedir que sufran, entendí que deben decidir por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan “adiós”.
Y así pasaron los sueños. Y así pasaron los años… Y uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón. Los recuerdos llegan a raudales mientras más pasa el tiempo sobre ti.
Ahora, después de haber vivido todos estos años, me doy cuenta que llegar a viejo no es tan fácil en esta sociedad de usar y desechar. Que, si se llevasen el miedo, y nos dejasen lo bailado para enfrentar el presente. Si se llegase entrenado y con ánimo suficiente... Y después de darlo todo -en justa correspondencia- todo estuviese pagado y el carné de jubilado abriese todas las puertas... Quizá llegar a viejo Sería más llevadero, Más confortable, Más duradero… Quizá llegar a viejo sería todo un progreso, un buen remate, un final con beso. En lugar de arrinconarlos en la historia, convertidos en fantasmas con memoria... Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina... O simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos un viejo encima.
Y si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal. Y dejad que el temporal desguace sus alas blancas. Y a mí, enterradme sin duelo entre la playa y el cielo. Porque todo pasa y todo queda. Pero lo nuestro es pasar. Pasar haciendo camino, camino sobre la mar.
Pero esto no se acaba hasta que se acaba. Así que ¡a vivir! Porque hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de ti… hoy puede ser un gran día donde todo está por descubrir… si la rutina te aplasta, dile que ya basta de mediocridad. Hoy puede ser un gran día. Date una oportunidad. Y prometo seguir siendo un barquito de papel, sin nombre, sin patrón y sin bandera, navegando sin timón donde la corriente quiera.
Gracias, Joan Manuel Serrat por describir con tus canciones mi camino por la vida. Gracias por tus ganas de despedirte en persona sobre el escenario en lugar de quedarte oculto por la pandemia que vivimos.