" La democracia es la necesidad de doblegarse
de vez en cuando a las opiniones de los demás.”
Winston Churchill
Debo comenzar mi columna de este día saludando y agradeciendo a uno de mis grandes maestros de la entonces Escuela de Derecho de la UAEM, y quien me ha favorecido con su amistad a través de los años, el Maestro Guillermo Guzmán de León. Además de su amistad, mi estimado Maestro es uno de mis lectores frecuentes de esta modesta columna y siempre ha tenido a bien enviarme sus comentarios sobre cada una de ellas. Siempre tiene comentarios interesantes, atinados, y, en esta última columna de la semana pasada en la que hablé de lo que sucedió con el tema de la revocación de mandato y los comentarios groseros que mencioné, al hablar de la polarización que vivimos actualmente, mi Maestro hizo un comentario que comparto totalmente y que transcribo de manera literal: “sin duda alguna, la polaridad no es producto de la ideología bien entendida, sino de la intolerancia hacia los que no piensan como uno. Difícil cuestión a resolver. Saludos.”
Dejo sobre la mesa esta reflexión porque pienso exactamente igual. La intolerancia hacia los que no piensan como uno nos hace enfrentarnos de manera cruel y despiadada descalificando al que no piensa igual, tratándolo como un inferior con el afán de “convencer” a los demás de que uno tiene razón sin darse cuenta que lo que está haciendo es ejercer una violencia absurda.
Estoy en muchos grupos de whatsapp, y en ellos, me doy cuenta del odio que existe y se publican memes, comentarios, chistes que llevan una carga de frustración y odio que lo que está causando es una división entre los que consideramos amigos.
Siempre he dicho que el mejor sistema para dirimir nuestros antagonismos es la democracia, porque ella nos da la oportunidad de buscar siempre la mejor opción para conducir lo que conviene al país, y si nos equivocamos, pues tenemos la opción de cambiar y mirar en otra dirección. Pero, a pesar de ello, nos llena la intolerancia, la ira, la frustración.
Tal vez por eso, Jean Jacques Rousseau lo dijo así de claro: Si hubiera una nación de dioses, éstos se gobernarían democráticamente; pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres.
¿De verdad no podemos llevar las riendas de la democracia como se debe? Pareciera que no. Sin embargo, es mi consideración que todo es posible. Sólo tenemos que aprender a gestionar nuestras diferencias. Y eso no será posible mientras nos dejemos llevar por todo lo que existe ahora en los medios sociales en los que cualquiera puede publicar lo que le dé la gana sin comprobar que lo publicado sea investigado para saber si es verdad o es mentira. Con esto no quiero decir que los medios sociales deban desaparecer. Al contrario, el tener esta alternativa para tener otras opiniones es buena. Porque antes, sólo teníamos unas cuantas fuentes de información con los medios de comunicación tradicionales que nos daban lo que querían de manera segada.
Lo que tenemos que hacer los usuarios, es buscar, rebuscar, analizar y reflexionar sobre todo lo que se publica para tener una visión más amplia de lo que acontece en el espectro social.
Si me atengo a lo dicho por Rousseau, eso significa que, siendo imperfectos, la democracia es algo inalcanzable para los seres humanos, pero veamos otras naciones que han ido avanzando y son ejemplo para otros países. Claro que podemos lograr ir avanzando para mejorar. Aun a sabiendas que ningún sistema de gobierno es perfecto, si se puede ver el avance en la calidad de vida de sus habitantes, eso ya nos da una forma de comparar y buscar ser mejores.
Siempre habrá formas de ver lo malo, como decía Bakunin: Hasta en las democracias más puras, como los Estados Unidos y Suiza una minoría privilegiada detenta el poder contra la mayoría esclavizada. Es verdad. No lo podemos negar. Nada es perfecto. Pero insisto: si sus habitantes tienen una mejor calidad de vida, busquemos lo mismo, en lugar de que quienes detenten el poder sigan enriqueciéndose dejando a los más necesitados en la inopia.
Propongo que sigamos insistiendo en la democracia como la mejor forma de conducir las riendas del país. Salgamos a votar y participar activamente en nuestras comunidades. Ya no permitamos que sólo unos cuantos tomen las decisiones. Ya no nos quejemos. Trabajemos juntos para lograr una mejor sociedad en la que seamos más tolerantes, más justos, más empáticos y más democráticos para lograr una cultura de paz. Y sigamos el consejo de nuestro premio Nobel de literatura, el mexicano Octavio Paz: Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos.