"El que lee mucho y
anda mucho, ve y sabe mucho.”
Miguel de Cervantes Saavedra
Hoy es domingo, y mientras escribo la presente columna, sigo, dentro de mí, celebrando el día internacional del idioma español, que fue el día de ayer 23 de abril, recordando muchas historias, anécdotas, escritos, conversaciones y pláticas sobre nuestro idioma.
En el año 2001 tuve la maravillosa oportunidad de estar presente en el 2º Encuentro Internacional de la Lengua en Valladolid, España. Allá tuve el privilegio de conocer y cruzar algunas palabras con grandes personalidades de nuestro idioma. Escritores como Miguel Delibes (QEPD), cuya obra “los santos inocentes” me dejó marcado en muchos aspectos. De hecho, se hizo una película, que lleva el mismo nombre, sobre el tema, y que, recomiendo ampliamente, y que, también, tuve la oportunidad de verla en Bruselas.
La ponencia de nuestro compatriota Carlos Fuentes (QEPD) estuvo llena de matices, además de literarios, humorísticos, porque redactó y expuso un escrito en tres diferentes versiones: el primero con un lenguaje del español antiguo, el segundo usando palabras y frases del español moderno, y el tercero, ese mismo escrito lo leyó como si lo hubiera escrito un habitante de Tepito. Imaginen al gran escritor pronunciando tal cual lo haría un tepitense (¿O tepiteño?). Fue, de verdad, una maravilla. Todo el público reunido en el Teatro Calderón de la Barca vibró y celebró esa ponencia particularmente interesante.
Nuestro idioma es realmente maravilloso. Y entre otras cosas, que iré planteando en esta columna, permítanme comenzar por lo siguiente: la letra “ñ” es la identidad del español en el mundo. No existe en latín, y aunque el sonido existe en otros idiomas, el sonido aparece recientemente hace aproximadamente unos mil años. Sus orígenes se remontan al siglo X, cuando un monje escribió las primeras palabras en un idioma diferente al latín en los márgenes de un códice. Pero fue hasta el año de 1492, mientras Cristóbal Colón llegaba a América y España despertaba como imperio, Alfonso de Nebrija publicaba en Salamanca la primera Gramática del castellano que incluía a la eñe. A las páginas del Diccionario de la RAE recién llegaría en 1803. Es la única letra con acta de nacimiento cien por ciento española.
El español no podría ser sin la letra “ñ”. alguna vez se publicó que le pasaría lo mismo que a la “ch”, la “ll”, la “rr” que ya no son parte de nuestro abecedario, y se hizo tal escándalo que el peruano Hugo Pazos escribió “el triunfo de la eñe”.
En el idioma español, la eñe es muy importante, y en todo computador debe ser una constante.
Tan importante es la eñe, que sin ella yo no sueño, y aunque te parezca extraño ni me estriño ni me baño.
Aunque sin eñe no hay daño, resultaría dañino que nos faltara el empeño y no existiera el cariño. No verías a mi limeña, con su linda piel de armiño, tampoco habría cabañas para albergar a los niños. Sin eñe yo no te riño, aunque tampoco regaño, y mira que no te engaño si te digo que te extraño.
Sin beber un vino añejo en una criolla peña, ¿qué gracia tendrá el mañana? ¿Acaso habría buñuelos o chuños para la niña como los hacía la abuela con sus trocitos de piña?
No existiría el otoño sin la eñe en nuestras letras, y tampoco habría moño donde prender las peinetas.
Habría sido muy extraño que Bill Gates no la pusiera. ¡Quedaba como el tacaño más grande de todo el año!
Bueno, basta de regaños, porque ya me vino el sueño. Y aunque pongo mucho empeño los ojos no me acompañan.
Termino pidiendo a todos los que hablan el español: defiendan la EÑE… ¡Coño!
que así el idioma es mejor.
Y así como un idioma es dinámico, es decir, al paso del tiempo cambia y se modifica hasta el grado en que, algunos vocablos van desapareciendo para dar entrada a neologismos que nos llegan con las nuevas tecnologías. Como ejemplos pongo a consideración estas palabras: “aperturar” no existe. El verbo es “abrir”. Sólo existe aquella palabra como sustantivo, nunca como verbo. “Accesar” en lugar de acceder. Y les diré que esta última palabra ya tiene carta de naturalización por el uso extenso que se le ha dado en el español americano, pero sólo cuando se le utiliza en el ámbito informático.
Sólo pongo estas dos palabras como ejemplo para ilustrar, y que seguramente causarán reacciones diversas. Personalmente, estoy de acuerdo en los cambios cuando no tengamos una palabra o expresión propia del español, hay muchos casos. Pero cuando la tengamos, creo que es importante la defensa de nuestro idioma. Y obviamente, este tema nos lleva al siguiente, que es las narrativas conflictivas, el cuento que me cuento, o los cuentos que nos contamos para siempre tener la razón en lo que decimos o argumentamos, y que es lo que nos ocurre actualmente, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.
Es un tema muy escabroso que trataremos en la próxima entrega. Mientras tanto les dejo de tarea analizar alguno de los conflictos sociales por los que estamos atravesando como la “revocación de mandato”, los “traidores a la patria”, entre algunos ejemplos, más los que elijan, y me los envíen para su análisis y exposición en la próxima columna.