"Para resolver los conflictos
hay que conseguir crear nuevas historias.”
Sara Cobb
Esta serie de artículos comenzó con una controversia en una de mis clases de inglés en la UAEM. Primero comencé con la idea de digerir lo que se había suscitado, luego dije que no valía la pena, pero al final, me repetía constantemente que sería algo que sí valdría la pena contar. Me explico:
Para hacer mi clase más creativa y atractiva, según yo, siempre estoy buscando temas, para que después de la explicación gramatical, el punto quede grabado en la mente de mis estudiantes de una manera más natural, digamos. Así que uno de esos recursos es buscar canciones que vayan con dicho tema gramatical.
El tema es que hay una canción que seguramente muchos de ustedes conocen, se llama “every breath you take” de la banda Police interpretada por Sting. Una canción emblemática de los 80’s, que, para los de mi generación y otras tantas, es una muestra del “tamaño” del amor que alguien siente por otra persona. Es más, me atrevo a decir que ésa es una de las canciones que más resultados me han dado en clase, en términos de preferencia estudiantil.
Sólo debo decir que esta vez, los resultados fueron otros. En dos clases con diferentes grupos, tuve una reacción adversa de parte de algunas mujeres. Dijeron que era una muy mala canción y que no debería de usarla en clase porque era una canción sobre un acosador. Argumentaron que la letra era clarísima y que era una agresión total hacia las mujeres.
Yo argumenté que no era ese el significado, que era una canción de amor muy profundo y que, además, había sido un éxito lanzado en… ¡1983! ¡Hace 39 años! -Esto me lo repito ahora mismo mientras escribo-.
Los argumentos femeninos fueron de este tipo: “Lo que pasa es que esa conducta estaba normalizada en esos tiempos”. “Como era una conducta normalizada, nadie se daba cuenta porque no analizaba lo que realmente se decía”.
Así que por más que insistí en argumentar que la canción tenía una letra hasta poética, fue un fracaso total esa clase. Las chicas, no todas, argumentaron que ese tipo de canciones deberían desaparecer por ser machistas y acosadoras.
Ya se imaginarán cómo me sentí. Por muchos días estuve rumiando y pergeñando la forma de escribir sobre el tema y de ahí nacieron estos tres artículos que tienen que ver con las diferentes narrativas que tenemos en la sociedad.
Cada uno de nosotros tiene una historia, mejor dicho, tenemos una serie de historias. Algunas de ellas pasan desapercibidas, otras nos han formado y nos seguirán formando (o deformando), pero todas ellas nos definen. Sin embargo, eso no quiere decir, de ningún modo que ellas nos den la verdad absoluta de las cosas. Porque, así como tú tienes tus historias definidas y definitorias, otras personas tendrán las suyas.
Los conflictos nacen precisamente de esas formas en que nosotros vemos la vida. Son puntos “irreconciliables” en los que unos tienen razón y otros están equivocados.
De ahí el epígrafe que acompaña esta columna: “para resolver los conflictos hay que conseguir crear nuevas historias”. Historias en las que podamos coincidir para vivir en concordia y armonía.
Con esto doy por terminado estos tres artículos. Termino con lo que inició mi debate mental. No quería dejar hasta el final esto que comenzó toda la historia.
Creo que estos tiempos son definitivos, y definitorios, de que, si sólo vemos y defendemos nuestras historias, nuestras narrativas, nunca podremos llegar a acuerdos que nos lleven a lograr una cultura de paz.
Y si estás interesada, interesado en leer un poco más sobre el tema, te invito a que leas “hablando de violencia”, libro muy interesante, precisamente de Sara Cobb, con quien tuve el privilegio de compartir algunos de sus cursos.
Por último, tal vez sea hora de cambiar algunas cosas, tal vez deba buscar nuevas formas, nuevas canciones para explicar los temas gramaticales y estar al día con los estudiantes. Pero mi mente se niega a escuchar reggaetón o música de banda o las nuevas tendencias musicales, porque esas sí, me parece que ofenden directamente, no sólo a las mujeres, sino que son una agresión intelectual terrible. Tal vez sea hora de buscar la jubilación. (Obvio, es broma).