"Siempre vota por principio, aunque votes solo,
y podrás apreciar la más dulce reflexión,
que tu voto no se pierde nunca.”
John Quincy Adams
Al momento de estar escribiendo esta columna, se están realizando las votaciones para consejeros del partido Morena. Ayer sábado hubo las mismas elecciones en otros estados, pero en todos lados se están dando las mismas reacciones.
Personas que creen en la democracia y que todo lo realizado en dichas elecciones será transparente. Otras personas piensan que la desfachatez y la desvergüenza se ha manifestado al comprobar la participación de gobernadores, presidentes municipales, diputados, senadores y otros funcionarios públicos que meten las manos a través de las viejas prácticas como llevar acarreados mediante reparto de despensas y dinero para que voten a su favor, porque tener el control del partido es conservar el poder para poder imponer a sus incondicionales.
Y hay otro tipo de personas: las que ven todo de lejos y no se involucran en absolutamente nada. Que miran los toros desde la barrera y que no les importa un ápice la vida democrática de sus comunidades. Aunque en este caso específico sólo se encuentre lo relacionado al partido guinda. Sin embargo, esas son las tres clases de personas que se hacen notar en la vida democrática de manera general.
Y en esta dialéctica de la participación social por medio del sufragio siempre habrá voces a las que vale la pena escuchar.
Charles Bukowski es un poco pesimista en lo que dice, pero tal vez sea cierto. Cuestión de analizarlo. Porque para él, todo es lo mismo: “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.”
Como se observa, para él es lo mismo una democracia y una dictadura.
Tenemos otras voces más optimistas como la de Abraham Lincoln que reflexiona de la siguiente manera: “El voto es, el sagrado ejercicio del poder del ciudadano.” Confirma ese poder que tiene el sufragio. Pero aquí tengo algo que acotar. En nuestro país esto es muy difícil de darse porque al haber personas vulnerables y necesitadas, su voto puede venderse al mejor postor a cambio de una cantidad determinada y una despensa con la que pueden satisfacer sus necesidades elementales. Por tanto, mientras existan necesidades en las comunidades, el voto puede ser comprado. Para poder llegar a lo dicho por Lincoln, la sociedad tendría que tener todas sus necesidades básicas cubiertas. Sólo así habrá una verdadera libertad de elección.
Desde ayer empecé a revisar en los diferentes medios como se ha estado llevando el proceso en mención, y es muy lamentable lo que están haciendo quienes quieren seguir detentando el poder o los que lo quieren tener.
Es fácil decir que no acepten el dinero o las despensas, pero es muy difícil para quienes tienen la necesidad. Por otra parte, también pueden aceptar el dinero y la despensa y votar por quien ellos consideren la mejor opción.
Mi conclusión es que, si esto pasa en las elecciones de un partido, en las elecciones para elegir diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores y presidente de la república será peor. Debemos exigir a las autoridades castigos más fuertes para quienes realizan estas actividades deleznables de compra de votos. Urge que los ciudadanos nos comprometamos a desarrollar el poder ciudadano que nos corresponde para comenzar a vivir una verdadera vida democrática que nos lleve a esa cultura de paz que tanto necesitamos.
De esa forma llegaríamos a lo que alguna vez propuso Jim Rohn: “Usted no puede basar su vida en lo que hace el gobierno ni en cómo se gasta el dinero de sus impuestos. Tiene que votar bien, y luego escoger su propio rumbo; vote Ud. Bien, y entonces hágase cargo de su propia vida.”
Llegaremos. Un día llegaremos.