"La mejor forma de predecir el futuro
es creándolo mediante el cambio.”
Peter Drucker
Anoche, durante la cena para conmemorar y festejar el nacimiento de Jesús salieron muchos temas en la conversación. Hablamos de la herencia de Jesús, los diferentes tipos de comida en otros países, yo dije que tenía la impresión de que los italianos habían copiado los ravioles de los chinos y que aquellos habían aprendido a hacerlos por la influencia de los viajes de Marco Polo. Hablamos de la historia de esa historia en la que hay versiones que dicen que dicen que Marco Polo no hizo esos viajes, que primero fueron su padre y un tío, y bueno, acabamos concluyendo que, como siempre ha sido, la historia es de quien la escribe. Hablamos de las influencias de una cultura con otra, y cómo todo se va modificando y cambiando en el transcurso de la vida.
Las conversaciones con mis hijos ahora son diferentes. Ellos tienen su manera de ver la vida, sus propios puntos de vista, que pueden ser opuestos a los míos. Y desde anoche he estado pensando en todos los años que han pasado por nuestras vidas. Nada es igual, todo ha cambiado. Soñé, o tal vez recordé, esa foto en la que mis dos hijos están a un lado de un árbol de navidad en la casa donde vivíamos. Lobito tenía seis años y Manzanita tres. Yo era su héroe. Me seguían la corriente. Cantábamos, jugábamos, en fin. Y en ese tiempo, como dice la canción “y mi palabra es (era) la ley.”
Todo ha cambiado. Absolutamente todo. Añoro esos tiempos. Tiempos en los que, a las ocho de la noche, los bañaba, les ponía sus pijamas, los acostaba, les contaba un cuento, les hacía un juego de magia, y los dejaba durmiendo. Y a veces yo también me quedaba durmiendo. Había una paz que no se puede describir. Esa paz que se siente cuando te acuestas con tus bebés porque sientes que el mundo es un mejor lugar con ellos. A veces me pregunto si ellos recordarán esos momentos con la misma nitidez y añoranza que yo.
Aunque uno no quiera, las cosas cambian. En unos casos ni nos damos cuenta. Y en otros, al pensar en las consecuencias, nos da miedo el cambio. Lo vemos como algo negativo. Sin embargo, tenemos que aprender a ver el cambio como una oportunidad. Dar un giro a nuestras vidas puede traernos resultados positivos.
Le tenemos miedo al cambio porque nos hace salir de nuestra zona de confort, y porque le tenemos miedo a lo desconocido. El cambio nos genera preocupación, ansiedad, estrés. Y si dejamos que nos invada, puede que quedemos estancados en el camino.
Steve Jobs decía: “cada día me miro al espejo y me pregunto: ¿Si hoy fuese el último día de mi vida, me gustaría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es “no” durante varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.”
Estamos a punto de terminar un ciclo. En unos días más, cinco, para ser exactos, si la vida lo permite, comenzará un nuevo ciclo. Y por tradición, siempre preparamos nuestra lista de propósitos para el siguiente año. ¿Y sirven para algo realmente?
Lo que sucede es que esos propósitos son motivaciones de tipo personal para comenzar un nuevo ciclo. Si son factibles o no, eso ya se verá. Pero no hay nadie que no se ponga a pensar qué propósitos se pueden lograr en un nuevo ciclo que comienza.
Este es un buen momento para comenzar nuevamente. Te invito a que hagas tu lista de propósitos para este 2023. Y no “te hagas bolas”, no pienses mucho en el gobierno o en la sociedad en este momento, ya habrá tiempo para ellos. Haz tu lista de propósitos personales: gastar menos, ser menos criticón, darle más tiempo a tu familia, ahorrar para ese viaje que tienes pendiente o para comprar el vehículo que quieres o para comprar un terrenito; hacer más deporte, frecuentar más a los amigos, hacer las paces con quien tengas que hacerlo, no postergar las cosas, dejar de depender de los padres, ser agradecido, decir “te quiero” más frecuentemente, ser más humilde, acabar de una vez por todas con lo que te hace daño.
En fin, si consideras que es necesario cambiar, comienza a hacerlo desde ahora. De lo contrario, el cambio va a venir por ti y las consecuencias serán más fuertes. Nada es estático. Y la condición principal es que ese cambio sea deseado desde lo más profundo de ti, y no para complacer a los demás. Hay un pensamiento tibetano que dice lo siguiente: “No cambies para que la gente te ame. Sé tú mismo y la gente correcta te amará.”
Aprovecho para desearte lo mejor en este nuevo año que viene. Qué la paz y el amor llenen tu corazón, pues de ahí en adelante todo será mejor.