"Es tan tonto que lo único
inteligente que tiene es su celular.”
Anónimo
Este tema ha causado mucha polémica entre mis lectores, tanto, que me han enviado mucho material para analizar y reflexionar. Entre esos artículos, también, como siempre sucede, y seguirá sucediendo en estas épocas de fakenews o noticias falsas a las que ya debemos estar acostumbrados, alteraciones de lo ya publicado o dicho.
Hubo un artículo que, de manera especial, llamó mi atención, porque el título es demasiado sugerente y agresivo, “publicado” por el New York Times, titulado “la educación digital es para los pobres y los más estúpidos”. En este artículo se menciona eso: que la digitalización actual va dirigida a la clase social más baja. Se dice, en el mismo, que la clase alta de los Estados Unidos, además de rechazar los servicios de la economía digital, también rechaza los teléfonos inteligentes, las compras en línea, las redes sociales y todo lo que tenga que ver con esta tendencia.
La idea principal del rechazo, es porque la gente de dinero quiere que sus hijos jueguen como ellos lo hicieron, es decir, que sus hijos interactúen con otros niños. Y, supuestamente, ya hay muchas escuelas básicas en ese país que están haciendo a un lado la tecnología. Buscan que haya interacción humana real y que no haya teléfonos celulares todo el día.
El artículo argumenta que mientras más monitores aparecen en la vida de los pobres, menos hay en la vida de los más privilegiados y que los más ricos gastan más dinero en todo lo que favorezca un contacto humano. Dicen que las personas verdaderamente importantes no tienen la necesidad de estar conectadas todo el tiempo.
En fin, el artículo es muy incendiario, así que me puse a buscar en las redes la veracidad de dicho artículo y sí, coincide con el verdadero, el cual no ataca como lo hace este diciendo que “la educación digital es para los pobres y los más estúpidos”, pero sí señala la preocupación de los ricos porque sus hijos regresen a lo básico que es mayor contacto con el ser humano.
Y en ese sentido, estoy completamente de acuerdo. Hace unos días estaba tratando de hacer contacto vía telefónica para ver algo relacionado a mi afore, y sólo había opciones que te decía una grabación, y como nunca encontré la que necesitaba, quise buscar una opción para hablar con un ser humano real para explicarle, opción que nunca encontré, y tuve que colgar sin obtener una respuesta satisfactoria a mis necesidades.
Yo considero que nunca debemos irnos a los extremos. Creo firmemente que el factor humano no se puede soslayar, así como así. Y como lo mencioné en mi artículo anterior, es, todavía más importante, darles atención adecuada a las generaciones que quedaron atrás en esto del aprendizaje de las nuevas tecnologías. Y para las nuevas, es importante considerar el factor humano.
Y aunque pareciera, no estoy en contra de las nuevas tecnologías, tenemos que sacar lo mejor de ellas en beneficio del ser humano.
Ya he hablado en artículos anteriores de los pros y los contras de las nuevas tecnologías. Y como éste será el último artículo sobre el tema, me gustaría mencionar las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) sobre el tema en el caso de los niños y niñas.
Los niños menores de dos años no deben ver la televisión ni jugar con pantallas; entre los dos y los cinco años, pueden usar esos dispositivos cuando mucho una hora al día. Y si es menos, mejor.
Para elaborar dichas recomendaciones, la OMS ha estudiado 277 artículos médicos y 10 estudios en cinco países con aproximadamente 7500 participantes. Esta guía ofrece recomendaciones sobre el tiempo de juego y de sueño y para reducir el sedentarismo.
La idea es provocar que los niños vuelvan a jugar. Hay que reemplazar el tiempo que pasan los niños pasivamente frente a las pantallas. Si las usan para imitar movimientos, bailar, hacer ejercicio, hablar por teléfono con alguien, eso no se considera pasivo.
Para terminar, no podemos ir en contra del desarrollo tecnológico por el que estamos pasando actualmente. Lo que importa es poner límites razonables para que las nuevas tecnologías no causen daño a los usuarios, o, mejor dicho, tanto daño, porque al momento de usarlos ya estamos expuestos al daño posible.