"La medicina es el arte de imitar
los procedimientos curativos
de la naturaleza.”
Hipócrates
Quiero aprovechar este momento para agradecer a todas mis lectoras y lectores por su confianza y asiduidad para con esta columna, porque si no fuera por ustedes no tendría razón de ser. Es bueno escribir para uno mismo, puesto que, a través de la escritura nos vamos transformando. Nos vamos deconstruyendo. Pero también es bueno compartir lo que uno escribe, no para entrar en discusiones bizantinas, sino para unir esfuerzos y trabajar en pro de una mejor sociedad.
Esta columna ya ha llegado a más de 100,000 lecturas y lectores, como comunidad vamos creciendo y eso le da una alegría inmensa a mi corazón.
Una vez dicho, esto, comento que la columna de la semana pasada fue un golpe muy fuerte y un jalón de orejas para todos padres y madres de familia, así como las autoridades, porque si no ponemos atención, los únicos que pagarán las consecuencias de la falta de acciones positivas, serán los más jóvenes.
El tema fue el de la creciente oferta y demanda de los chocohongos. Esos chocolates que tienen como relleno, hongos alucinógenos. Esto ha causado muchos problemas de salud, así como suicidios entre la generación más joven.
Pues bien, uno de los comentarios que recibí fue de una persona que se dedica a la medicina alternativa y medicina y rituales ancestrales. No se trata de una persona desconocida para mí, sino de alguien que conozco hace ya bastantes años. Le pedí su autorización y ella, la Abuela Teresa, me autorizó dar su opinión al respecto.
Una vez que la Abuela Teresa leyó el artículo de referencia, me envió un mensaje de whatsapp, que, entre otras cosas decía: “cada decisión es personal, pero la persona que ofrece, no hace lo correcto y mal informa una medicina sagrada.”
Luego me envió un mensaje grabado que decía, entre otras cosas, lo siguiente: “son medicinas que deben ser tomadas bajo el mando de un sacerdote. De un guía. De un sabio en la materia. Esté o no esté estudiado por la ciencia, las personas que hacen rituales, o ceremonias, son personas que nacieron y aprendieron de boca a oído las plantas sagradas prohibidas por la sociedad. Tienen el conocimiento total. Y es un círculo sagrado, y somos cuidados, defendidos y sanados por medio de estas medicinas. El vulgo hace de estas medicinas sagradas un choteo. La verdad, el que toma algo así debe quedarse quietecito en su casa bajo el cuidado de su maestro. La medicina sagrada no es un elemento para el desmadre. Es un elemento de medicina, de recogimiento, de autocuración. Entonces se desvirtúan los grandes poderes de la medicina sagrada. Me da tristeza que se malentienda. Si no conoces, no lo toques. Y si quieres tocarlo, busca a alguien profesional que te guíe y te cuide. Estoy muy, muy desconcertada de que en una boda se ande repartiendo entre borrachos una medicina tan hermosa, tan ancestral, tan sagrada, tan pura, tan viva. Qué lástima que se desvirtúe una medicina así.”
Después de escuchar sus mensajes, me comuniqué para pedirle su autorización y publicar sus palabras. En ese momento, continuamos la plática, y me convenció de algo: la naturaleza es sabia y en ella se encuentran los medios y los remedios para sanarnos.
La abuela Teresa tiene razón. Hay muchas cosas de los pueblos originarios que desconocemos. Y por eso, no debemos tocar lo que no conocemos.
Pero también tenemos que entender que en este juego de intereses malsanos que vivimos en las sociedades “desarrolladas” actuales, hay gente que se dedica a fabricar y vendernos cosas que matan o que nos enferman. Y como es un gran negocio porque hay gente que quiere tener nuevas sensaciones, también existe una gran demanda de esos productos.
Y, también por eso, debemos cuidar a nuestros hijos e hijas. Estar al pendiente de sus necesidades emocionales para que no equivoquen el camino. Sé que nos vamos a equivocar muchas veces en nuestro caminar, pero si tenemos equilibrio emocional podremos seguir insistiendo en encontrar un mundo mejor. Un mundo de armonía, concordia y paz.