"Cuando estás agradecido, el miedo
desaparece y aparece la abundancia”.
Tony Robbins
El ser agradecido es una opción que decidí tomar hace muchos años. Antes de serlo me lamentaba de todo lo que me sucedía. Pero es que, cuando uno es joven y vive experiencias duras, se tienen tantos resentimientos porque uno piensa que todas las cosas malas sólo le suceden a uno. Yo reconozco que mi vida ha cambiado mucho desde que me convertí en una persona agradecida. Y es mucho mejor. Levantarse cada mañana dando gracias por lo que tengo me hace ver las cosas completamente diferentes.
Con esto no quiero decir que no me molesto a veces o que no tengo bajones emocionales. Soy una persona como cualquier otra, sin embargo, cuando estoy en esos momentos terribles, mi mente empieza a buscar historias o anécdotas que me hacen cambiar la perspectiva. Por ejemplo, la primera que me viene en este momento es la siguiente: Un hombre iba caminando por la calle muy preocupado. Se había quedado sin empleo. Tenía muchas deudas, ya venía el cumpleaños de su hijita, y justo en ese momento le sucedía esa calamidad. Sus problemas le llenaban la cabeza, y no podía ver más allá. De repente, al cruzar de una calle a otra escucha una voz muy alegre que le dice: ¡Hoooola! ¡Qué tenga un gran día! El hombre no ve a nadie a su alrededor, baja la cabeza y se encuentra a un sujeto sonriente, sin piernas, en un carrito de madera. Nuestro protagonista en ese momento reacciona pensando “¿Cómo puede una persona con ese problema tan fuerte sonreír y saludar tan alegremente?” Él lo tenía “todo”, y sin embargo iba lamentándose de sus precariedades.
Todos tenemos una historia, nuestras deficiencias y precariedades son muy diferentes. Hay personas que se ahogan en un vaso de agua, y otras que salen siempre adelante a pesar de lo difícil de su situación.
Cuando aprendí a ser agradecido, me di cuenta que todo cambiaba como por arte de magia. Y repito nuevamente, soy exactamente como cualquier otra persona, pero prefiero ver las cosas desde una perspectiva diferente. Siempre desde el agradecimiento.
Decía Esopo que “la gratitud convierte lo que tenemos en suficiente. Es la señal de las almas nobles”.
En el sitio web de las Naciones Unidas hay un apartado que habla de “la ciencia de la gratitud”. Ahí explican que: “la gratitud, la cualidad de ser agradecido, consiste en apreciar los aspectos (no materialistas) de la vida y la voluntad de reconocer que los demás desempeñan un papel en nuestro bienestar emocional. Es una emoción fuertemente relacionada con la salud mental, la satisfacción vital, el optimismo, la autoestima, las relaciones sociales y la felicidad que perdura a lo largo de la vida. Es una habilidad esencial para lograr el autoconocimiento y la autogestión”.
Asimismo, al hablar de la importancia de la gratitud establece que las personas agradecidas son más felices y están más satisfechas con su vida, sus amistades, su familia, su comunidad y su persona. Experimentan más esperanza, optimismo y autoestima y rinden más en la escuela y el trabajo. La gratitud está relacionada con una mayor compasión, dando lugar a relaciones más sólidas. También se asocia con un estilo de vida más saludable, un mejor descanso, un sistema inmune fortalecido y menos emociones negativas como la envidia, la depresión, el sentimiento de soledad y el materialismo.
La gratitud contribuye a la esperanza, la resiliencia y el afrontamiento de las crisis. Puede ayudarnos a gestionar emociones como la pérdida y el estrés.
La gratitud puede aumentar los neuroquímicos esenciales. Una mentalidad optimista libera neuroquímicos del bienestar como la dopamina, la oxitocina y la serotonina.
Como puedes ver, la gratitud trae consecuencias maravillosas a nuestro cuerpo y mente. Y, además, esto contribuye tanto a tener paz como a desarrollar una cultura de paz.