"El suicidio es una puñalada incurable
para quienes te quieren y te sobreviven”.
David Trueba
Como mencioné en mi artículo anterior, el suicidio, no sólo en México sino en todo el mundo, es algo alarmante. Y en el caso de nuestro país, el suicidio infantil y de adolescentes, de acuerdo al sitio web del gobierno de México, menciona que la Encuesta Nacional de Salud (Ensanut) reveló que, durante 2020, mil 150 niñas, niños o adolescentes en México decidieron suicidarse, es decir, un promedio de tres casos por día, casi el triple que los registrados por covid-19, que ascendieron a 392 casos durante el mismo periodo.
Es verdad que cuando alguno de nuestros hijos tiene un accidente, y a consecuencia de ello se lastima físicamente, lo llevamos inmediatamente al médico. Pero eso no sucede cuando vemos a nuestro hijo triste o desconsolado. En realidad, no hacemos caso porque los adultos hemos normalizado el estrés, el distanciamiento de otras personas, la ansiedad, las fobias, y decimos que “también eso pasará”, lo cual, en muchos casos, no hace más que empeorar la situación, y los padres no nos damos cuenta.
En el sitio web de la American Academy of Child and adolescent Psychiatry (Academia Americana de Psiquiatría para niños y adolescentes) se menciona que en ese país el suicidio en estos grupos ha aumentado dramáticamente y que cada año miles de adolescentes se suicidan en los Estados Unidos. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 a 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para aquellos de entre 5 a 14 años.
Asimismo, menciona algo que también está sucediendo en nuestro país: Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas de sí mismos, presión para lograr el éxito, incertidumbre financiera y otros miedos mientras van creciendo. Para algunos adolescentes el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. Para algunos adolescentes, el suicidio aparenta ser una solución a sus problemas y al estrés.
Se dice que muchos de los síntomas suicidas son parecidos a la depresión, pero los padres tienen que poner mucha atención al comportamiento de sus hijos. Y hay señales a las que los padres o adultos cercanos considerar, por ejemplo: cambios en los hábitos de dormir y de comer; retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales; actuaciones violentas; comportamiento rebelde o el escaparse de la casa; uso de drogas o de bebidas alcohólicas; abandono fuera de lo común en su apariencia personal; cambios pronunciados en su personalidad; aburrimiento persistente; dificultad para concentrarse; o deterioro en la calidad de su trabajo escolar; quejas frecuentes de síntomas físicos, tales como dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven; pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones; y poca tolerancia a los elogios o los premios.
En el caso de los adultos mayores, el IMSS menciona que la principal causa del intento suicida en los adultos mayores es la depresión, desencadenada por la pérdida de vitalidad, el cambio en el ritmo de vida, la disminución de las funciones y capacidades (sumada al desempleo o la jubilación), la pérdida de figuras significativas (amigos, pareja, independencia de los hijos, distanciamiento con la familia), la aparición de enfermedades crónico-degenerativas e incluso el empeoramiento de la situación económica. Además, la citada institución señala que la falta de asistencia agrava el problema, pues no existe una atención integral adecuada para los adultos mayores. Aunado a ello, se encuentra la discriminación que sufre esta población. Este último tema ya lo expuse en otro artículo.
Todo esto me lleva a la siguiente conclusión: el suicidio es algo que vive entre nosotros, y todos, como sociedad tenemos que poner manos a la obra para que nuestros jóvenes y nuestros adultos mayores se sientan, y realmente sean, tomados en cuenta.
De acuerdo a la OMS (Organización Mundial de la Salud) en 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años o más. En ese momento, el grupo de población de 60 años o más habrá subido de 1000 millones en 2020 a 1400 millones.
En 2050, la población mundial de personas de 60 años o más se habrá duplicado (2100 millones). Se prevé que el número de personas de 80 años o más se triplique entre 2020 y 2050, hasta alcanzar los 426 millones.
Por lo tanto, este ya no es un tema a soslayar. Debemos poner muchísima atención en el desarrollo de políticas públicas que estudien y aporten sobre estos temas en beneficio de nuestros jóvenes y nuestros adultos mayores.
Y a los padres de familia, les pido que pongan mucha atención en el uso de las redes sociales por sus hijos. Hay mucha violencia, ciberacoso, sexting, malware y otras cosas, que tal vez como adultos no conozcamos, pero en cuanto te des cuenta del cambio de comportamiento de los hijos, actúa.
Nuestro mundo ha cambiado desmesuradamente. Debemos poner mucha atención para lograr una mejor comunidad. E insisto, desarrollar una cultura de paz es fundamental.