"Los pioneros de un mundo sin guerras
son los jóvenes que
rechazan el servicio militar”.
Albert Einstein
Para continuar con lo expresado en mi columna pasada, y reflexionando sobre el epígrafe de Einstein que seleccioné para la columna de esta semana, recuerdo que todos los estudiantes extranjeros, hombres y mujeres, que estábamos en China, nos organizamos para hacer una manifestación cuando nuestros amigos palestinos nos dijeron que irían a la guerra. Como comenté, era nuestro segundo año de estancia en aquel país, y muchos ya éramos como hermanos y hermanas. No era un “conflicto lejano”. Sentíamos el dolor y la incertidumbre de la participación de nuestros amigos en una guerra, así como su posible deceso.
Las guerras deberían ser materia de estudio del pasado. Cuando había países “conquistadores” o “supremacistas”. Esa gente que se sentía (y todavía los hay) superiores a otras personas o razas.
Vivimos en pleno Siglo XXI, en el que hemos dado saltos cuánticos en muchas materias. Tiempos en los que se supone que ya deberíamos haber sobrepasado estos prejuicios absurdos. Pero sé que todavía hay “grandes potencias” que fabrican armamento más sofisticado para defenderse de sus potenciales enemigos. Y nadie se quiere quedar atrás. Al final de la historia, son estos países los que provocan y negocian con los conflictos bélicos, pues les venden armas a aquellos países pobres para “defenderse”.
Esto me hace recordar la canción de Joan Manuel Serrat “algo personal” que dice: Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones/ Tienen doble vida, son sicarios del mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal/ Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad, viajan de incógnito en autos blindados/ A sembrar calumnias, a mentir con naturalidad. / A colgar en las escuelas su retrato. / Se gastan más de lo que tienen en coleccionar espías, listas negras y arsenales, / Resulta bochornoso verles fanfarronear, a ver quién es el que la tiene más grande. / Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz y juegan con cosas que no tienen repuesto. / La culpa es del otro si algo les sale mal. / Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y así es como todos deberíamos sentir, que hay algo personal en contra de toda esa gente que tiene y controla el poder. Por eso deberíamos de prepararnos más todos nosotros. Educarnos. Y no permitir que esos agentes del poder nos controlen con mentiras. Y vamos bien. Ahora no es tan fácil engañar a la gente, porque ahora tenemos los medios sociales de comunicación. Pero como ya hemos hablado, estos medios le dan una oportunidad a cualquiera de publicar lo que considera. Pero antes sólo había ciertos sólo ciertos canales de televisión desde los que nos decían de qué iba la cosa. Antes había una sola opinión. Así que o te adaptabas a eso, o buscabas otras opciones de abrevar el conocimiento.
La guerra es un terror que deberíamos erradicar. No vale la pena. Ve lo que está sucediendo en muchos países. Se siguen matando entre ellos por ideas nefastas y absurdas. Y en otros casos, el no estar de acuerdo con ciertas doctrinas hace que el conflicto se apodere de las personas de diversas ideologías y se dé el conflicto.
Todo esto lo aprovechan los malos, los sinvergüenzas que a río revuelto sacan ganancias para su propio beneficio.
Ya no lo permitamos. Todos, hombres y mujeres debemos participar para tener el poder ciudadano que nos corresponde.
A mí me gustaría, como dice, Eve Merrian, tener un hijo que pregunté: papá, ¿qué era la guerra? Que nuestras generaciones futuras no tuvieran ese miedo, porque hay que decirlo, la guerra sigue siendo algo frecuente. Y no nada más entre países, sino también de manera interna la vivimos de manera recurrente. Son diferentes enemigos a los que tenemos que enfrentar, y el peor es el que nosotros tenemos dentro.