"La corrupción raras veces comienza por el pueblo”.
Montesquieu
Sigo creyendo firmemente que esta columna tiene un fin primordial, que es el desarrollo de la cultura de paz, la mediación como una forma civilizada y pacífica de resolver cualquier forma de controversias, y que nuestras comunidades aprendan nuevas formas de gestionar el conflicto de manera pacífica y amigable para que podamos vivir en armonía y concordia. Aclaro esto por todas las personas que me piden que haga una crítica sobre tal o cual persona. Y esto es algo que nunca haré en esta columna. Ya hay demasiados artículos, periodistas y columnistas que atacan de manera terrible a ciertos actores políticos. Y puede que tengan razón. Pero prefiero no hacerlo. Sí puedo hablar de manera general de lo que pasa en nuestras comunidades y, por qué no, criticar y aportar sobre lo que podríamos hacer en favor de una mejor sociedad.
Entrando en materia, y continuando con el artículo pasado, el ambiente político cada vez es más tenso e irrespetuoso. Vemos lo que acaba de pasar en el estado de Nuevo León con su gobernador, vemos y escuchamos en las redes, un día sí y otro también, cómo los de la clase política se atacan entre ellos para denostar o “poner en evidencia” lo malo de los otros.
Es importante aprender de lo que ha sucedido en otros países para no caer en los mismos excesos y en los mismos errores. Tiene que haber alguien que comience a mostrar cordura y sensatez, que aborde los problemas del país y de los estados de una manera más inteligente, con propuestas en lugar de ataques con equilibrio y no con el hígado.
Henri Bordeaux afirmaba que la política es la historia que se está haciendo, o que se está deshaciendo, y concuerdo con él, porque es exactamente lo que nos está pasando.
Y aquí puedo abrir un tema que trata de una brecha fundamental. Antes, en mi época de joven, no teníamos tantas fuentes de información. Sólo teníamos algunos canales de televisión y estaciones de radio que nos decían, a su manera, lo que sucedía en el país. La consigna era que sólo había algunas cosas que se podían decir, y otras, “en beneficio” del pueblo había que callarlas. Y muchas mentiras se disfrazaban de verdad para que toda la gente actuara en consecuencia. Sin embargo, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, hay muchos canales de información y lo que ahora llaman “las benditas redes sociales”. Y por consecuencia ahora tenemos muchas “verdades”. Obvio, no es así, pero mucha gente ya no sabe de qué lado estar. Lo que es un hecho, es que estamos inmersos en un mar de palabrería y tenemos que investigar antes de tomar partido.
Debemos reconocer los aciertos, así como los errores de lo que sucede en el gobierno, pero con verdades, con hechos, no con mentiras, porque éstas nos llevan a la confrontación.
Entendamos de una vez por todas que la violencia con la que se agreden los de la clase política se desborda en violencia social, y cuando hay violencia social resulta el caos.
Las ideologías políticas deben servir para lo que se espera. Nuevas y mejores formas de convivencia, equilibrio y desarrollo de los satisfactores de las necesidades de las comunidades. Pero nunca para enfrentarnos unos y otros.
Transcribo de manera exacta un extracto de “los orígenes de la violencia”, publicado por la UNESCO y escrito por Marylène Patou-Mathis, especialista en estudios prehistóricos y el hombre de Neardental: “La violencia no está inscrita, por lo tanto, en los genes del ser humano y su aparición obedece a causas históricas y sociales. La noción de ‘violencia primigenia´ es un mito y la guerra no es un elemento íntimamente ligado a la condición humana, sino el producto de las sociedades y de sus correspondientes culturas. Los estudios sobre los primeros grupos sociales humanos nos muestran que las comunidades de cazadores-recolectores superaban mejor las crisis cuando sus relaciones descansaban en la cooperación y ayuda mutuas, en vez de basarse en el individualismo y la competición”.
Esto quiere decir que la violencia no es parte de nuestros genes, la genera la sociedad misma con las dinámicas que va creando. Por eso es importante establecer nuevos modelos para convivir en sociedad. Cambiemos de rumbo. Dejemos la violencia lejos de nosotros y comencemos una nueva era usando como medio la cultura de la paz.
Y de verdad espero que esta violencia generada por muchos actores políticos para favorecer a sus intereses, la modifiquen a tiempo en beneficio de la sociedad en general y que los próximos comicios sean realizados en paz, en equilibrio y concordia.