"En política hay que sanar los males, jamás vengarlos.”
Napoleón III
Es muy difícil tomar partido por algo o alguien cuando lo que se muestra en escena no es la ideología y lo positivo de tal o cual ideología, sino el vituperio, la intriga, el ataque, la mentira, la división y esas maneras de torcer la verdad.
Creo firmemente que toda sociedad puede vivir en paz y concordia con las diferencias de los otros. Creo que el mejor modelo de gobierno es aquel que se encarga de lo que se tiene que encargar, es decir, la administración adecuada del ente social que nos permita a toda la ciudadanía vivir en paz, en armonía, con seguridad, con trabajo, con buena educación, con vivienda digna, que proteja nuestros bienes y a nuestra persona, que administre bien el presupuesto, que enfrente todo tipo de irregularidades, elaborar, proponer y ejecutar políticas públicas, entre otras cosas, para su buen funcionamiento.
La palabra gobernar proviene del latín “gubernare” y significa mandar con autoridad o regir una cosa; y, también, guiar y dirigir; así, en términos políticos, gobernar es guiar y dirigir el Estado, y mandar en él.
Sin embargo, lo que vemos ahora son dimes y diretes entre candidatos, se acusan mutuamente de cosas y se atacan, causando con esto que los seguidores de uno y de otro se enfrenten entre sí, lo cual no nos lleva a ningún lugar adecuado como sociedad.
Y si le agregamos a esto las fake news que se publican, pues esto causa más enojo, frustración y confusión entre la sociedad. El objetivo de los malos políticos es llegar al poder para beneficiarse de él.
Me precio de tener amigos y amigas de diferentes nacionalidades, religiones, características raciales, de ideologías de género, que saben que podemos abordar cualquier tema y que podemos llegar a coincidencias generales de convivencia siempre y cuando tengamos respeto mutuo. Lo particular se queda en casa y en la persona determinada. Lo público se aborda para que podamos vivir en armonía social.
La propuesta política tiene que versar sobre eso, los planes, intenciones y objetivos para tener una mejor sociedad.
A mí me preocupa y me pre ocupa, me interesa que lleguemos a acuerdos de convivencia social adecuados que estén regulados y protegidos por el Estado. No entiendo ni acepto la violencia familiar (aunque todos hemos pasado por ahí de una u otra manera) la violencia escolar, los feminicidios, la explotación infantil, la trata de personas, los crímenes de odio, los robos a mano armada en las calles, en el transporte público, y muchas otras cosas más que siguen pasando en nuestro país en pleno siglo XXI. Siglo en que ya deberíamos haber aprendido que las desigualdades, la falta de trabajo, la propia inseguridad ha sido causada precisamente por las deficiencias del estado.
Desde la antigüedad los filósofos plantearon elementos fundamentales de la política. Para Platón, como para Sócrates antes, y para Aristóteles después, la política tenía una clara finalidad ética: hacer al hombre mejor, más feliz y un ciudadano pleno.
Ahora vemos más frecuentemente delincuentes de cuello blanco por todos lados. Y, sólo pretendo ser objetivo, no quiero ofender a nadie, porque no todos somos iguales, pero seguimos viendo funcionarios públicos, maestros, autoridades de todo tipo, y hasta delincuentes, como parte de los poderes del Estado controlando todo. Si revisamos la nómina de varias de estas entidades, seguramente encontraremos nepotismo en su máximo apogeo. Y, por otro lado, vemos a personas comunes y corrientes que, por no tener “palancas”, no pueden subir en la escalera de su profesión, creando con esto frustración y enojo.
Hay mucha desigualdad por donde quiera que miremos. Y sigo pensando que el arte de gobernar sigue siendo el más noble por los objetivos que persigue como mencioné anteriormente: hacer al ser humano mejor, más feliz y un ciudadano pleno.
Comencemos por lo que nos toca siendo adultos. Y continuemos mejorando aquella parte que formará a nuestra infancia para un mejor futuro. Son palabras antiguas, pero vigentes. Platón decía: “educar significa formar en el alma del niño aquello que le será necesario cuando grande. Debido a que el pequeño aprende por el placer y el dolor, de lo que se trata es de conducir esos sentimientos hacia lo bello y lo bueno, hacia lo correcto y lo justo. Después, una enseñanza más desarrollada buscará la armonía entre aquellos sentimientos y la razón.
Educar, entonces, es enseñar a utilizar, como es debido, el placer y el dolor, de manera que busquemos el uno y evitemos el otro sin hacer daño ni mal. Por ello no puede haber algo más importante que la educación, es decir, la preparación para afrontar las tareas de la vida, pues los hombres que han sido educados como conviene son de ordinario buenos.”
Como colofón, diré que este viernes pasado, 8 de diciembre, estuve presente en la fiesta de graduación de mis estudiantes de Derecho de la Escuela de Estudios Superiores de Yautepec de la UAEM. Hacía muchos años que no asistía a una. Me hicieron recordar todos los sueños que tenemos de jóvenes. Me sentí contento de ver a mis estudiantes terminando su carrera orgullosos, felices y soñando con un futuro mejor. Se lo merecen. ¡Muchas felicidades!