"No discutas sobre verdades
con adictos a las mentiras".
Anónimo
El dicho del periodista italiano Carlo Coccioli de “el problema de México es que el tiempo se detiene y muere cada seis años” tenía mucho que ver con los problemas que se daban en cada régimen presidencial, en el que, al final, terminaba con los grandes problemas económicos que el gobernante en turno dejaba sobre los hombros de cada uno de los conciudadanos, como las constantes devaluaciones sexenales.
En mi caso personal. Yo había comenzado mi nueva familia, acaba de llegar mi primer hijo en 1994, me había embarcado en comprar una casa para dar estabilidad a los míos. Quería y deseaba fervientemente un futuro venturoso.
Aunque, a decir verdad, también tenía mucho miedo, porque algo me decía subconscientemente que no debería comprar nada, y mucho menos una casa, porque se estaba acabando el sexenio y podría venir una devaluación.
Y sí. Desafortunadamente nos pegó a todos el “error de diciembre del 94”, frase que el presidente Salinas de Gortari acuñó para atribuir la crisis a las presuntas malas decisiones de la administración entrante de Ernesto Zedillo Ponce de León y no a la política económica de su sexenio. Este efecto se conoció internacionalmente como “efecto tequila”.
El error del 94 causó estragos en la ciudadanía. Lo pueden consultar en muchos sitios de internet. Miles de mexicanos perdieron sus trabajos, miles y miles de negocios se fueron a la quiebra absoluta, los ahorros de decenas de miles de personas se esfumaron en una mañana crítica y sus repercusiones habrían de durar por muchos años. En esa época muchísimas personas se suicidaron por la tensión al no poder pagar sus deudas.
En mi caso personal, tuve que abandonar la casa recién comprada y recomenzar toda mi historia familiar otra vez. La deuda de la casa se elevó cuatro veces, aumentando todavía más con el paso del tiempo. Imagínense una nueva familia con sueños para tener una vida mejor derrumbándose y vislumbrando un futuro totalmente incierto.
Afortunadamente, en mi caso, recién comenzaba, prácticamente era mi primera deuda, pero cuánta gente que tenía sus negocios ya iniciados y que tenían alguna deuda bancaria, cómo sintieron la impotencia de no poder pagarla. Fue algo criminal lo que los que detentan el poder nos hicieron vivir.
Se enviaron de los Estados Unidos $20 mil millones de dólares, a los cuales se les añadieron casi $30 mil millones más, según anunció Clinton en Washington, el 31 de enero de 1995. Y obvio, esta deuda, no la pagaron los políticos culpables de sus malas y mezquinas acciones. La dejaron para que cada uno de nosotros, nuestros, hijos y los hijos de nuestros hijos la paguen con el paso del tiempo. Ellos, al contrario, se hicieron multimillonarios.
La participación ciudadana, afortunadamente ha ido cambiando con el tiempo. El principio de la democracia participativa se refuerza cada vez más y la participación y conciencia de nuestra gente es cada vez más activa. Ya no es tan fácil que nos manipulen, aunque las estrategias de engaño sean más fuertes debido a los tiempos cibernéticos que vivimos. Cada vez es más importante que la gente busque la verdad en medio de tanto bombardeo publicitario en el que cada bando político busca convencer a los electores para que voten por su partido. No te dejes llevar por mentiras.
Queda muy poco tiempo para el día de las votaciones. Es de fundamental importancia que lo pensemos bien. Es esencial no dejarnos llevar por la “tradición” política. Conozco familias enteras que siempre han sido de un bando específico, como si se tratara de un equipo de futbol. Estos son tiempos de analizar y reflexionar el rumbo que queremos seguir. Analizar las políticas públicas y el proyecto gubernamental que cada partido nos ofrece a los ciudadanos.
Y, por parte de todos los partidos, sigue existiendo la coacción, la compra y venta del voto. Esta práctica ya tiene que acabar, porque quienes venden su voto se verán beneficiados por un momento, mientras que, a largo plazo, todos nos veremos afectados en nuestra vida diaria y con consecuencias negativas a largo plazo. De igual manera, seguimos viendo como personas, empresas e instituciones amenazan a sus trabajadores si no participan en marchas a su favor. Y los empleados acuden por temor a quedarse sin empleo. Claro, al final el buen ciudadano votará por quien considere la mejor opción. Pero esas prácticas nefastas y degradantes se tienen que acabar.
Recuerda que ninguna persona o institución tiene derecho a comprar, presionar o condicionar tu voto; tampoco deben amenazar tu empleo para decirte por quién votar o por quién no votar. Y aunque existan todavía estas prácticas, puedes denunciar en: https://denuncias-oic.ine.mx/
Razona tu voto para tener un mejor país que nos garantice mejores condiciones de vida.
El próximo domingo 2 de junio es nuestra oportunidad.