"La vida es la memoria del pueblo,
la conciencia colectiva de la continuidad histórica,
el modo de pensar y de vivir".
Milán Kundera
Es mi opinión que todo lo que sucede en una comunidad es responsabilidad de todos. Y cuando digo todos, obviamente incluyo al gobierno, que, además, es el principal rector de la vida pública. Escucho, mientras esto escribo, al Joaquín Sabina tempranero, aquel de los 80´s, cantando “ciudadano cero”, canción que habla de una persona común, que vive y siente la deshumanización de la sociedad, y, como su nombre lo indica, él no existe, está desesperado, y esa desesperanza lo lleva a cometer un crimen.
Daniel Goleman dice que “las personas suelen tratar los problemas colectivos como si fueran la responsabilidad de otros”, pero la verdad, es que todos contribuimos de una manera o de otra. Todos pertenecemos a una comunidad, en estos tiempos les llaman tribus, pero al final todos somos parte de un grupo. En cada grupo deben existir normas de convivencia que nos hagan llevarnos bien, convivir y trabajar en armonía.
Por estas razones, una comunidad debe contar con una educación en valores que debe iniciarse desde la familia y la escuela, para, de ahí, llevarla a la esfera pública.
La educación en valores es fundamental, porque establece las bases para una convivencia sana y armoniosa en una comunidad. Estos valores son los principios y normas que guían el comportamiento, que influyen en la toma de decisiones y en las relaciones interpersonales. La educación en valores promueve el respeto, la empatía y la responsabilidad, que son esenciales para construir una sociedad en la que las personas puedan vivir en paz y con respeto mutuo.
La educación en valores aporta elementos para una mejor convivencia como los siguientes: fortalece el tejido social, pues las personas aprenden a colaborar, a entenderse y a resolver conflictos de manera pacífica. Esto contribuye a disminuir la violencia y la discriminación; desarrolla ciudadanos responsables: nos enseña a asumir responsabilidades no solo hacia nosotros mismos, sino hacia los demás; impulsa la participación comunitaria promoviendo el diálogo y el trabajo conjunto; promueve la cultura de paz: la educación en valores como la empatía y la tolerancia reduce la frecuencia de conflictos y contribuye a la creación de espacios de paz y entendimiento.
Y si se preguntan cuáles son los valores que se deben enseñar para vivir mejor en comunidad, entre otros, propongo los siguientes:
El respeto, que es la base de toda relación sana y armoniosa; la responsabilidad, que implica cumplir con los propios deberes y asumir las consecuencias de los actos; la empatía, que fomenta la comprensión y sensibilidad hacia las necesidades y sentimientos de los demás; la solidaridad, que desarrolla el sentido de ayuda y cooperación; la honestidad, que fomenta la confianza y la transparencia en las relaciones; la justicia, que ayuda a reconocer y valorar los derechos de todos, promoviendo la igualdad y equidad; y, la tolerancia, que favorece la aceptación de las diferencias y el respeto por la diversidad.
La implementación de una educación en valores fomenta una cultura de paz, respeto y cooperación en la comunidad y transforma el entorno hacia uno donde prevalece el bienestar social.
Pongámonos de acuerdo para crear un nuevo paradigma sobre éste en el que hemos caído desde hace muchos años.
Tal vez hemos olvidado por dónde empezar, puesto que, por muchos años, hemos vivido entre la indiferencia, la violencia y el olvido. Propongo comenzar de nuevo con un proyecto comunitario implementando la educación valores. Todos dando el ejemplo. Desde el gobierno, los maestros, los padres de familia, y todos aquellos que ejercen poder sobre otros.
Seamos solidarios, apoyemos a quienes más lo necesiten. Recuerden lo que decía Amín Maalouf: “una comunidad se desintegra en cuanto consiente en abandonar al más débil de sus miembros”.