I
Los grillos cantan
baladas de alabanza
a la nostalgia.
II
Si yo llevara
luces de luciérnaga,
sería esperanza.
III
Consuela el vuelo
del colibrí aleteando
tras la ventana.
IV
Las calles lloran
vapores de agonía
sobre el asfalto.
V
No soy el miedo;
sí un péndulo agotando
sus bamboleos.
VI
Salí a buscarte,
mas las bocas cubiertas
no te nombraron.
VII
Llegó el ocaso
y los números rojos
eran los mismos.
VIII
La ardilla salta
sobre ramas y alturas.
¡Quién fuera ella!
IX
Por si la pierdo,
guarece mi ilusión
bajo tu falda.
X
El sol levanta
las cortinas de humo;
me espera el mar.
XI
¡Por fin el alba!
Lanzaré mi atarraya
sobre tus peces.
XII
Como una gota,
desciende la espesura
de mi silencio.
XIII
En el delirio
parvadas de gaviotas
vuelan conmigo.
XIV
Ya trae el viento
bondades de pan y miel.
¡Somos el hambre!
XV
Si gritas, grito;
si rompes los cristales,
soy el macillo.
XVI
¡Grítame, boca!
No regales tu furor
a los silencios.
XVII
La pequeña flor
abre sus anhelados
pétalos de luz.
XVIII
Tiende a mi lado
el vibrante arcoíris
de tu esperanza.
XIX
Los que se fueron:
diamantes encendidos,
brazas perennes.
XX
Suena el tambor
y un ritmo de hormiguero
deja los nidos.
XXI
¡No más palabras!
Quiero el riesgo del mundo
en tu mirada.