En mi época de estudiante de secundaria, los fines de semana solía ir a casa de una amiga muy querida. A veces rentábamos películas, a veces nos divertíamos en la alberca y de cuando en vez nos adentrábamos en el maravilloso mundo de la cocina. Mi amiga era la encargada de elegir la receta, yo de prepararla. Los platillos... sencillos, nada complicado. En una ocasión teníamos antojo de pastel de queso... habiendo observado a mi madre preparar el pastel de queso en infinitas ocasiones, dije ¡perfecto, manos a la obra!

Iniciamos triturando las galletas para elaborar la base... uy... la licuadora se atragantó...  y simplemente nos quedamos sin licuadora. Como pudimos y usando nuestro ingenio adolescente concluimos la primera etapa de nuestra aventura. Sentaditas frente al horno esperamos y esperamos... recuerdo que ese día el papá de mi amiga estaba en casa, cosa rara ya que sus múltiples ocupaciones en su fábrica de telas en la Ciudad de México lo mantenían siempre distante. Al pasar por la cocina, y asombrado tal vez de vernos muy calladas nos preguntó: “¿qué hacen?”, “un pastel de queso” le respondimos entre risitas nerviosas. Sonriendo ligeramente, nos dijo: “me guardan un pedacito”. Finalmente el pastel estaba listo, un delicioso aroma invadió la cocina, y felices por haber concluido victoriosas nuestra aventura culinaria nos dispusimos a deleitarnos con el pastel. Llegó a la cocina nuevamente el patriarca de la casa y mientras degustaba una rebanadita de pastel aún tibio me dijo, “está rico”... “el mejor pastel de queso que he probado ha sido en Nueva York”... palabras que despertaron mi curiosidad y varios años después me llevaron a visitar la ciudad de los rascacielos buscando el famoso lugar donde servían el glorioso New York Cheesecake.

El proceso de elaboración del queso crema y las recetas de pastel de queso se originaron en Europa y llegaron a América con los primeros inmigrantes que llegaron a Nueva York.

En 1872 el señor William A. Lawrence -del poblado de Chester en N.Y.- en su búsqueda de reproducir el queso Neufchâtel (queso que se produce desde el siglo sexto en la región de Normandía, en Francia), inventó un queso crema que hoy conocemos como queso “Philadelphia”, ingrediente principal del pastel de queso.

El Sr. Lawrence etiqueto su producto como “queso crema de Philadelphia” debido a que el proceso de empaque y distribución de su producto se llevaba a cabo en la ciudad de Philadelphia (o Filadelfia) en el estado de Pennsylvania. En ese entonces la región era reconocida por la alta calidad que ofrecían los productos elaborados en la zona.

Poco tiempo después un granjero que vivía en el poblado South Edmeston, en N.Y., comenzó a producir un queso similar para la empresa “ Empire Cheese Company”.

Este queso se comenzó a comercializar con el nombre “queso crema marca Philadelphia”, marca que se establece legalmente en 1880, según los registros de patentes de los Estados Unidos “Kraft's Philadelphia Brand cream cheese was first used in commerce September 1, 1880 (registration #0392212)”.

En 1924 la empresa encargada de abastecer de queso procesado a las fuerzas armadas norteamericanas durante la primera Guerra Mundial (J.L. Kraft & Bros. Co) se convirtió en la “Kraft Cheese Company” y se inició en el mercado del queso crema posicionando el “queso crema marca Philadelphia” entre los favoritos de los norteamericanos.

El pastel de queso elaborado con queso Philadelphia se hizo famoso en 1920. Los pequeños cafés propiedad de familias judías como “Reuben's”, “Lindy's” y “Junior's” empezaron a ofrecerlo a sus clientes. Y en 1940 el pastel de queso que servían en “Lindy´s” se convirtió en el único y reconocido "New York Cheesecake," y por el cual todos los demás serían comparados. En ese entonces los actores de Broadway y las celebridades se dejaban ver saboreando una rebanada del famoso postre y la receta de su pastel de queso fue publicada en innumerables libros de cocina. Hoy en día este café es visitado por los turistas aficionados al turismo gourmet, aunque la gran mayoría descubre con tristeza que sus días de gloria han quedado muy atrás. La Gran Manzana ofrece en la actualidad una gran variedad de cafés y restaurantes donde podemos disfrutar de una rebanada del glorioso “New York Cheesecake”.

He aquí la receta de este famoso y delicioso pastel:

NEW YORK CHEESECAKE

INGREDIENTES:

Para la base de galleta:

3 ¾ de taza de galletas molidas (galletas Graham. Podemos sustituir por galletas marías).

Una pizca de canela.

½ taza de mantequilla derretida aproximadamente.

1 cucharada de azúcar morena.

PROCEDIMIENTO:

Moler las galletas, agregar el azúcar e ir incorporando la mantequilla derretida.

Forrar la base del molde previamente engrasado.

Para el relleno:

1´200 grs. de queso Philadelphia

2 tazas de azúcar glass.

5 huevos.

1 cucharadita de vainilla.

1 taza de crema (agria) espesa.

PROCEDIMIENTO:

Precalentar el horno a 170°, acremar el queso y agregar el azúcar, los huevos de uno por uno, agregar la crema y la vainilla. Vaciar en el molde y hornear por hora y media.

Insertar la punta del cuchillo para verificar la cocción.

Refrigerar toda la noche y al día siguiente decorar con fresas y crema batida.

¡Un postre cuyo sabor ha fascinado a miles de turistas que visitan Nueva York!