En Morelos se consumen grandes cantidades de arroz. A lo largo de todo el territorio morelense podemos encontrar puestos callejeros de tacos de arroz, fondas en los mercados que ofrecen los tradicionales “acorazados”, así como también los tacos de arroz en el menú de prestigiados restaurantes. Los tacos de arroz, que para el resto del país son los tacos de guisado, en Morelos son parte de nuestra vida cotidiana. Existe una diferencia muy notable entre los tacos de arroz que se acostumbran hoy en día en el municipio de Cuautla y los tacos acorazados en Cuernavaca.
En Cuautla, a un lado de la estación de autobuses “Niño Artillero”, está el pasaje “Agustín Ramírez Montes de Oca”, cuyo nombre debería de ser “el pasaje del taco de arroz” debido a la gran cantidad de pequeños locales que ofrecen este antojito. Cada local tiene su mostrador especial que ha sido diseñado para la venta de tacos de arroz. Detrás de la vitrina, frente al cristal, hay salchichas y chiles rellenos capeados, tortas de papa, tortas de nopal, huevos duros, patitas de pollo, mollejas, longaniza y delgadas tiras de milanesa, para que el comensal elija el relleno de su taco. Una gran charola de arroz rojo se mantiene caliente por el foco en lo alto de la vitrina. Por un lado, un paquete de tortillas empacadas cuidadosamente en plástico para mantenerlas calientes y una cazuelita con rajas de chiles jalapeños, que son el acompañante tradicional del taco de arroz.
En nuestra búsqueda por la historia del taco de arroz, llegamos a la taquería “La Morenita”, propiedad de la señora Victoria Solís Pérez, de 75 años de edad, una mujer reconocida por la comunidad como la persona de mayor antigüedad vendiendo tacos de arroz en Cuautla y quien nos narra cómo es que a sus 13 años inició vendiendo tacos de arroz en la estación del ferrocarril y posteriormente en la estación de autobuses de la Estrella Roja.
–“Yo sé despachar a mano”- nos dice. El arroz lo preparaba en una cazuela poblana de barro y una vez listo los complementos del taco se colocaban alrededor de la cazuela de arroz; huevos duros, tortitas de papa y bistec. Esta es una forma de acomodar el arroz que prevalece hasta el día de hoy en los puestos callejeros de tacos arroz en Cuautla.
Doña Vicky nos comenta que antes no existían platos desechables y las mujeres que vendían los tacos de guisado andaban solas caminando, así que cargaban en su brazo izquierdo una canasta con las tortillas y las rajas de chiles, y detenían con su mano la cazuela del arroz con los complementos sobre el antebrazo y el hombro. Con su mano derecha tomaban dos tortillas, servían el arroz y el complemento y lo entregaban a los pasajeros directamente en la ventanilla del autobús o del ferrocarril. Esta es posiblemente la razón de que los tacos de arroz se sirven hoy en día con una doble tortilla y en el municipio de Cuautla se siguen sirviendo tacos pequeños con doble tortilla que se envuelven con un papel de estraza.
La historia de los tacos acorazados inicia con Felicitas Sánchez Sandoval, quién empezó a vender tacos de arroz en los andenes de la estación del ferrocarril en Ozumba, estado de México. Felícitas nació en Ozumba en 1885. A la edad de 13 años empezó a vender tacos en la estación del ferrocarril de su pueblo. Un año después conoció a Cecilio Valencia Galicia y enamorados juntaron sus vidas. En el año 1900 el joven Cecilio fue muerto a manos de las fuerzas federales de Porfirio Díaz por no estar de acuerdo con el régimen dictatorial y su esposa de 15 años quedó con la responsabilidad de su pequeño hijo nacido ese mismo año. En 1908 Félix, como la recuerdan en su familia, llegó con su hijo Gabino Valencia Sánchez, al estado de Morelos en alguno de los muchos viajes del ferrocarril interoceánico. Su bisnieto Héctor Valencia nos comparte que doña Félix estuvo en la estación del ferrocarril de Cuautla de 1908 a 1912. Al inicio de la Revolución Mexicana se volvió soldadera y viajó por el norte del país. Fue en 1916 cuando Félix regresó a Cuautla con su hijo para seguir vendiendo sus tacos. A finales de 1920 el joven Gabino encontró trabajo en Yautepec y se mudaron para allá. En 1935 decidieron probar suerte en la capital, y se mudaron nuevamente, esta vez a Cuernavaca. Llegaron a vivir a la calle Rayón, y Gabino trabajó en el hotel Chulavista. Mientras tanto a sus 50 años doña Félix estableció su primer puesto de tacos en Cuernavaca, cerca del kiosko. En esa época no existía lo que hoy es el Palacio de Gobierno, el Poder Ejecutivo tenía sus oficinas en el Palacio de Cortés. Estaban los portales conocidos como Eguía, así que doña Félix tomo el puesto exactamente en la esquina sureste de la calle de Galeana y Rayón. El puesto se encontraba frente a los camiones de la Estrella Roja y la primera agencia de periódicos en Cuernavaca.
Gabino acomodaba los refrescos en una tina con hielo y doña Félix preparaba sus ricos tacos de arroz rojo servidos con dos tortillas, acompañados de huevo duro y algún guisado seco o capeado que no humedeciera la tortilla. Se acompañaban de rajas de chiles cuaresmeños con papa, una receta que gustaba a todos y los altos mandos de la élite política eran sus principales clientes. Narran las crónicas locales que dos jóvenes hermanos conocidos como Silvio y Antonio alias "el diablo Socci", a quien también le decían Torio, eran los encargados de ayudar a doña Félix a cargar la canasta y de ayudarla a despachar a los clientes.
Era la década de los años cuarenta y estaba en su apogeo la Segunda Guerra Mundial (1939 y 1945). Por la radio se escuchaban las noticias de los combates, de los buques y submarinos llamados acorazados, de gran tonelaje, fuertemente blindados que llevaban doble coraza, diseñados para golpear las naves enemigas y hacerlas naufragar. De ahí tomaron su nombre los tacos acorazados. Indudablemente la palabra “acorazado” estaba presente en la mente de los ciudadanos de la época.
En su folleto “El taco acorazado con aroma y sabor a revolución”, Don Miguel Palma Vargas (+) cronista de Cuernavaca, nos narró que cierto día un pasajero se asomó por la ventana del camión y pidió a gritos –“¡Quiero un taco, uno de esos como acorazado!”- Torio no entendió el pedido del pasajero y entonces el hombre desesperado le repitió a gritos –“¡Quiero un taco, de esos, como acorazados! ¡Pero de huevo!”- acto seguido Torio entendió el pedido y corrió con doña Félix, le pidió un taco de huevo, para entregarlo al pasajero. Y fue así como nacieron los tacos de arroz ahora con el nombre de acorazados. Dicen sus familiares que ella regañó por mucho tiempo a sus ayudantes que por todos lados gritaban ¡aquí los acorazados! ¡aquí los acorazados! ¡lleve sus acorazados! Sin embargo la popularidad del nombre “acorazados” los volvió más famosos.
Pasaron los años y doña Félix se fue a instalar al jardín Morelos, hoy Plaza de Armas, frente a la fuente de los leones, donde hoy está ubicado el restaurante “Los Arcos”, donde siguió vendiendo con el mismo éxito los acorazados hasta 1967, año en que se cambió a un pequeño local en la calle de Rayón, casi esquina con Comonfort, cerca de la biblioteca Miguel Salinas. Para 1978 su hijo Gabino era el encargado del negocio hasta 1986, cuando su hija (la nieta de doña Félix) Rosamaría Valencia Allende se hizo cargo del negocio y se cambiaron a un local en la calle de Carlos Cuaglia en la colonia Gualupita. En 2005 Arturo Valencia decidió abrir un local en la avenida Cuauhnáhuac y retomar el negocio de los tacos acorazados; años más tarde junto con su hermano Héctor abrieron un local en la calle Copalhuacan esquina con la calle Cuauhtémoc de la colonia Amatitlán. A su negocio le llamaron “El auténtico acorazado” con la tradición familiar de los Valencia.
Siete años después regresaron al centro de Cuernavaca a la calle de Rayón en el interior del Pasaje Galeana, donde originalmente su bisabuela doña Félix empezó a vender sus tacos acorazados. Hoy en día se encuentran ubicados en la avenida San Juan 89 esquina Obrero Textil de la colonia Chapultepec, donde podemos degustar de los deliciosos tacos acorazados de carnitas, milanesa y los de lengua, que solo ofrecen los jueves y viernes. Hay quienes incluso les llaman por teléfono para hacer pedidos especiales. Las deliciosas rajas las preparan con la misma receta secreta de siempre que inventó su bisabuela. En algún momento de la historia el taco acorazado se empezó a servir tan
abundantemente sobre las dos tortillas que fue necesario separar las tortillas y dividir el relleno sirviendo dos tacos. Así que en Cuernavaca cuando uno pide un taco acorazado recibe dos tacos y cuando uno pide medio taco acorazado recibe solo un taco, algo que confunde a los turistas pero que forma parte de nuestra cultura culinaria y gastronómica.
Doña Felícitas Sánchez Sandoval falleció en el año de 1975 a los 90 años y fue sepultada en el panteón de La Paz. Fue una mujer emprendedora como muchas mexicanas que trabajan para el sustento de sus familias, fue ella quien nos legó el icono de la cocina popular cuernavacense y de Morelos, el taco de arroz, también llamado el taco acorazado.
Doña Felícitas y familia.
Doña Vicky.
Los Valencia en El Auténtico Acorazado.