Es domingo 27 de febrero, se acerca ya la primavera. Nos despertamos muy contentos, siempre es así cuando hay paseo dominical en puerta.
Llegamos a la Ciudad de México y en metro hicimos recorrido hasta llegar a Chapultepec. Hacía tanto tiempo que no viajaba en metro... siempre es bastante divertido. Recuerdo que alguna vez llegué muy temprano al zócalo. Todo el viaje fue sentado frente a mí fue un vendedor de merengues, sus delicias de un color rosado muy tenue y tan bien formados se veían tan antojables... los gaznates que compartían la charola estaban rellenos de la misma pasta rosada... de igual manera todos eran casi perfectos... siempre he creído que los gaznates son la versión mexicana de los cannoli sicilianos.
No olvido aquella escena de la película "El Padrino", donde dos individuos le dan un balazo a un conductor y uno le dice al otro algo así como... "ahí dejalo, pero tráete los cannoli"... desde ese día busqué qué eran los cannoli, y cuando los descubrí entendí perfectamente la escena.
Finalmente, entre plática, risas y uno que otro enfrenón, llegamos a Chapultepec.
En la entrada nos recibieron varios puestos de antojitos, unas tortas tan frescas y llenas de colorido me invitaron a acercarme y solo escuché decir... "a $20 la foto güerita", solo sonreí y me alejé discretamente.
Ya en el interior del parque unas hermosas flores naranjas nos detuvieron y dio inicio la caminata: un pasillo lleno, que digo lleno, atascado de puestos de chicharrones, papitas, churritos y demás botanitas, mochilas y baratijas.... tristemente un espacio en el que se refleja la dieta del mexicano...
Una oleada de aire fresco al salir de ese pasillo y adentrarnos en el bosque, el solecito bastante rico sobre los hombros.... de pronto, una mariposa nos entretuvo un buen rato... y heme ahí, intentando hasta que medio pude sacar alguna foto...
Qué agradable caminata, la disfrute enormemente y, sobre todo, me encantó descubrir flores nuevas... algún día me gustaría saber de memoria todos sus nombres... me encantan las flores...
Por fin, ante nosotros la entrada a Los Pinos, parada obligada para la foto del recuerdo con nuestro escudo nacional. Subimos por una avenida y a los costados vimos las estatuas de los ex presidentes de México. Recordé mi primer viaje a Nueva York y a Washington, en el centro había una caseta de boletos con un letrero que decía: " boletos para visitar la Casa Blanca", no dudamos ni un segundo en ir por nuestro boleto y esperar nuestro turno. Una experiencia impresionante el poder visitar el corazón de aquel país, mientras que en el nuestro no podíamos ni siquiera aspirar a acercarnos a Los Pinos, porque no era sitio para turistas curiosos. Así que me dio gusto por fin poder conocer este lugar que solo podíamos ver en los noticieros y en fotografías.
Recorrimos la casa, fotos por aquí y por allá. Un enorme bodegón con los dulces tradicionales, las aguas frescas, el pulque y el pan... creo que fue nuestro favorito.
Y terminamos la visita para seguir adelante caminando por los jardines y llegar al Cencalli, el Museo del Maíz.
Acá les comparto la ficha completa:
El Cencalli forma parte del Proyecto Prioritario Chapultepec Naturaleza y Cultura de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y del Gobierno de la Ciudad de México, el cual está bajo la dirección creativa del artista Gabriel Orozco.
Cencalli es uno de los recintos que conforman el Centro de Cultura Alimentaria, junto con el Centro de Documentación “Guillermo Bonfil Batalla”, el mercado agroecológico El Solar, entre otros.
Se ubica en lo que fue el histórico edificio de Molino del Rey, el cual sirvió como oficinas del Estado Mayor Presidencial dentro de Los Pinos hasta el sexenio pasado. Ahora es un recinto vivo para beneficio de toda la población y estará dedicado a pensar y divulgar nuestra cultura alimentaria, como parte del patrimonio cultural, tradición e historia de México.
El objetivo del Cencalli es mostrar al público en general la biodiversidad alimentaria, la técnica, el arte y la cultura que gira alrededor de los saberes culinarios ancestrales y contemporáneos de nuestro país.
La Casa del Maíz y la Cultura Alimentaria busca valorar, preservar, investigar y promover la cultura alimentaria mexicana como un elemento central en la planificación de políticas públicas para incidir en procesos alimentarios, nutricionales y de salud que favorezcan a la población.
Llegando a la explanada del mercado “El Solar” con mucha emoción saludamos a nuestro querido Irad Santacruz Arciniegas, investigador, embajador de la cocina tlaxcalteca y promotor del maíz.
Irad es el creador de la agrupación "Guardianas de la Tierra del Maíz", un colectivo de cocineras y mujeres de raíces nahuas que no tienen un título académico que acredite su labor en la gastronomía, tampoco estudiaron para dedicarse al arte culinario, solamente crecieron con el don y el amor por la cocina y con orgullo de preservan los saberes de la cultura del maíz.
Un gustazo en verdad escuchar a Irad en su charla y sentir su pasión por la investigación. No cabe duda de que el destino nos une siempre con aquellos que son semejantes a nosotros.
Recorrimos todo el Cencalli y debo decir que lo que más me gustó fue ver la representación del arco de semillas de Tepoztlán, ver a Morelos en cualquier lugar fuera de Morelos me emociona mucho. Me gustó también una escultura hecha con tostadas... podría decirse que es una simpleza, pero me gustó mucho. Así quiero algún día que los morelenses creen arte con nuestro arroz.
Sería hermoso ver cómo el arte despierta los sentidos y deja pasar eso que tanta falta nos hace llamado identidad.
El museo en general está muy bonito, vale la pena conocerlo y recorrerlo a detalle, tanto que nos falta por conocer de nuestro alimento ancestral. En nuestro recorrido por el mercado El Solar, nuestra querida nueva amiga Yara acaparó totalmente nuestra atención. Ella es miembro del colectivo las "Guardianas de la Tierra del Maíz" y elabora panes exquisitos, así como galletas y otras dulzuras, todo con maíz y amaranto. Utiliza el aguamiel en lugar de levadura y logra en verdad cosas deliciosas. Fue un gusto conocerla y probar casi todas sus creaciones. Imposible no traernos un buen itacate de pan tlaxcalteca.
Y se terminó el paseo en el Café Tacuba, un clásico de clásicos.
No podía faltar mi tamalito verde y un buen vaso de agua de sandía.
Que día tan agradable, cómo me hacía falta salir de paseo.
Muchas gracias querida Clau, hermanito Gera y mamá Lety por compartir un domingo lleno de experiencias nuevas. Que se repita pronto!!!