Como ya muchos saben, queridos lectores asiduos a estas andanzas, no me gusta viajar como lo hacen todos. Por ello mismo, tampoco soy fanática de las listas que abundan en los blogs y sitios de viajes que nos dicen “los 5 must” de lo que sea…

Hace tiempo que escribí sobre la importancia de viajar solas, de que las mujeres viajemos solas al menos una vez en la vida. De hecho hace ya casi tres años que este espacio nació justo ante la necesidad de compartir con otras mujeres la experiencia de viajar sin compañía.

Airbnb no deja de sorprendernos y definitivamente no quiere ser de esas startups unicornio que estén destinadas al fracaso como ya le ha pasado al gigante de internet Yahoo.

Como pasa con frecuencia ahora que nos dominan las tendencias de las redes sociales, encontré un video viral que me inspiró para escribir esta primera columna del 2017. Se trata de una de las muchas listas que ahora están tan de moda, ya saben, las 10 más… las 10 menos… las 5 imprescindibles, etcétera. Esta es mi reinterpretación personal de esa lista de 12 propósitos para viajar más en este año que empieza.

Año Nuevo es el gran festejo que muchos esperan. para algunos puede ser bailar hasta el amanecer en alguna agitada ciudad, o en alguna fiesta exclusiva. Sin embargo, para otros es también momento de agradecer por lo vivido en el año que termina y decretar lo que vendrá en el que comienza.

Por increíble que parezca, aunque ya se que increíble no es, a esta viajera le faltan muchos estados de México por conocer. Dejé de viajar por México libremente aproximadamente hace siete años, cuando la famosa “guerra contra el narco” tomó más fuerza y los caminos se mancharon de sangre un día sí y otro también.

Seguramente para muchos de los que nos leen, la navidad es una época especial, nos han enseñado que son las fiestas decembrinas el momento idóneo para estar con la familia, especialmente. Sin embargo, toda la publicidad, la parafernalia, las construcciones culturales, las películas, los libros, el consumo y la diversificación religiosa probablemente resulte abrumadora y nos lleve a algunos a preguntarnos realmente ¿qué nos emociona de la navidad?

En 1994, cuando acababa de cumplir 20 años hice mi primer viaje como adulto responsable. Fueron tres días de travesía por la Sierra de Querétaro con dos amigos. Por mi mente no pasaba nada más que pasarla bien y vivir una experiencia diferente, tras haber crecido en una familia modesta que nunca pudo viajar demasiado, y que cuando lo hacía, realmente no buscaba nuevas experiencias, sino más bien encontrar un lugar para no hacer nada, comer y beber. Aburrido, en pocas palabras.